Imagen principal: terceravia.mx
¿Hace cuánto pudiste ver las estrellas desde la azotea de tu hogar? Si se vive en la CDMX, esta situación es prácticamente imposible; principalmente a causa de la contaminación lumínica que inunda la megalópolis.
De la CDMX surge un resplandor único –también llamado sky glow, el cual surge como el resultado de una excesiva emisión de luz proyectada sobre gases y partículas suspendidas en el aire. Esta luz, artificial, se desvía hacia varias direcciones, en diferentes intensidades, a diversos horarios nocturnos y en rangos espectrales innecesarios.
De alguna manera, este resplandor continúa siendo una especie de contaminación que perjudica la salud de los habitantes de la CDMX. En especial desde que el cuerpo requiere la completa oscuridad durante las noches para así segregar las dosis adecuadas de melatonina, recuperar energía tanto física como psíquica e inclusive obtener las horas necesarias de sueño.
Las consecuencias de la contaminación lumínica varían desde las afectaciones a la salud, especies en peligro de extinción y un alto consumo de electricidad.
El sky glow provoca un derroche innecesario y excesivo de electricidad, lo cual no sólo provoca la quema de combustibles fósiles que envían dióxido de carbono al aire –CO2–, también la continuidad del cambio climático.
Por ejemplo, y de acuerdo con el sitio web Ecoosfera, una de las principales razones por las que las luciérnagas han comenzado a desaparecer es la contaminación lumínica:
Tanto las hembras como los machos, usan sus luces para comunicarse el uno con el otro, ya sea para aparearse o mantenerse alejados de intrusos en sus territorios; e inclusive, los destellos de sus luces pueden estar coordinados para comunicar ciertos mensajes entre sus grupos. No obstante, las luces artificiales –de la calle, los hogares e inclusive de los automóviles– han provocado que este tipo de comunicación entre las luciérnagas se haga cada vez más difícil, y esto a su vez reduce la posibilidad de aparearse y continuar con la especie.
Y así, conforme se consume más luz a través de faros de la calle, focos en el interior del hogar, luces del automóvil, etcétera, el cuerpo recibe toda esta iluminación como si fuera de día; por lo que no descansa y, en consecuencia, provoca una serie de consecuencias como insomnio, obesidad, trastornos del sueño y de la alimentación, ansiedad, depresión, entre otros.
¿Qué se puede hacer al respecto?
En la CDMX existen alternativas de focos que pueden reducir el consumo de electricidad y la contaminación lumínica; como por ejemplo las lámparas incandescentes, las incandescentes halógenos y las fluorescentes en tubos y compactas.
También, se pueden realizar otras actividades para reducir el impacto de la contaminación de la luz:
– Apaga las luces del hogar si no estás ocupándolas o está vacía una recámara; principalmente a partir de la medianoche.
– Reduce a la mitad la potencia de los focos de todos los hogares.
– Contrata la tarifa de luz más beneficiosa, cambiando los focos de casa por los de bajo consumo.
– Orienta las lámparas hacia el lugar que se quiere iluminar y utilizar la potencia necesaria.
– Procura mantener apagados los gadgets electrónicos durante la noche.
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