En París cualquier ciudadano puede cultivar por ley alimentos en las calles; comida sana y sostenible que además reverdece el entorno.
La actual búsqueda incesable por encontrar alimentos sanos, libres de transgénicos, herbicidas o pesticidas, ha denotado en innumerables escenarios urbanos de todo el mundo, una loable práctica que exige de ante mano la relación cosmogónica que el hombre había teniendo alguna vez con su alimento: la agricultura.
Este cambio en el uso y consumo de productos orgánicos, ha logrado atraer un gran número de seguidores, volviéndolos conscientes sobre lo que comen y, prefiriendo los alimentos crecidos en casa o en establecimientos colectivos. A decir verdad, este es uno de los logros más plausibles de las urbes en constante crecimiento.
En el mes de abril, la alcaldía de París puso en marcha una nueva ley que permite a los ciudadanos cultivar alimentos sanos y sustentantes en cualquier área de la capital. Esta iniciativa –que pretende ser, también, una nueva forma de economía–, busca proteger los jardines de la ciudad y promover el desarrollo de actuaciones ecológicas. Se trata de fomentar un ecosistema donde se aproveche al máximo la naturaleza.
La iniciativa consiste en que cualquier ciudadano de la capital francesa podrá apropiarse del entorno público cultivando comida en cualquier punto de la ciudad. Ya sea en su casa, oficina, en los jardines públicos, las paredes, los tejados o las jardineras de los árboles en la calle, por un lado reverdeciendo a la ciudad y, por el otro, promoviendo la cultura de los huertos urbanos por toda la capital.
La nueva ley pretende crear 100 hectáreas de jardines usando los muros, fachadas y azoteas de la ciudad para mostrar resultados hacía el año 2020, invitando a que cualquier ciudadano se convierta en jardinero bajo ciertas condiciones como: utilizar métodos sostenibles, evitar el uso de pesticidas tóxicos y promover la biodiversidad en la ciudad.
En la Ciudad de México existe esta tendencia con un panorama alentador, ya que en poco tiempo se ha generado un cambio en el entorno e imagen de la capital, a través de azoteas verdes y huertos urbanos principalmente, e incentivando, sobre todo, la agricultura que hay alrededor de CDMX desde tiempos antiguos. Es el caos de sitios como Tláhuac o Xochimilco, por ejemplo, donde se consumen y venden productos agrícolas limpios y locales, permitiendo un valioso intercambio entre ciudadanos y agricultores.
El gobierno de la CDMX cuenta hasta ahora con 244 azoteas verdes y es considerada una ciudad que tiene una gran afluencia de agricultura periurbana.
Por otro lado, el gobierno de nuestra capital, entre otros proyectos individuales, están tratando de llevar de la mano a la gente a través de talleres sobre el uso de los huertos urbanos y sus beneficios a corto y largo plazo; consumir alimentos saludables y completamente orgánicos, reconectar con la naturaleza, formar una terapia ocupacional en equipo y apoyar a la economía e integración familiar son algunas de las prioridades.
Este tipo de medidas pretenden mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, dando libertad a las personas e incentivos para utilizar la imaginación para ayudar a su comunidad local. La propuesta que hoy maneja París es sin duda un ejemplo viable para la Ciudad de México, que posee tanto espacios abandonados que bien podrían convertirse en espacios comunitarios destinados a la alimentación sana de quienes la habitamos. ¿Te imaginas que los mexicanos pudiésemos convertirnos en jardineros urbanos y, de paso, en planificadores de nuestro entorno?
Imagen Principal: CC / Flick; munimiraflores
*Twitter de la autora: @surrealindeath
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