La CDMX es la gran coincidencia de García Márquez, Traven, Bolaño, Burroughs y Gelman…
Para muchos la CDMX es fascinante. Un lugar en el planeta en el que coexisten personas, culturas, sonidos, las mejores compañías o toda la soledad en el mundo, si eso es lo que se quiere. Desde el siglo pasado, la capital mexicana ha demostrado ser un sitio fascinante; su fisionomía y sus particularidades han sido el tema de las mejores plumas del mundo y la casa de algunos de los intelectuales más reconocidos. ¿Pero, por qué han venido aquí?
En varios momentos de la historia, el gobierno mexicano le abrió las puertas a un número grande de refugiados, que por conflictos armados o golpes de estado, se vieron en la necesidad de huir de sus países. Es por eso, que en la Guerra Civil Española o durante las dictaduras sudamericanas, las calles de esta gran metrópoli se llenaron de intelectuales.
Otra razón que explica la llegada de artistas a esta urbe es la originalidad del paisaje y la cultura. La Ciudad de México ha ofrecido a lo largo del tiempo una fuente de inspiración inagotable, que en el caso de los escritores se ejemplifica en un sinfín de historias, acerca de la singularidad de las calles y la extraña amabilidad de las personas. Todos los autores que vinieron a vivir a la ciudad coinciden en que basta aterrizar en el aeropuerto y sentir el aire, para saber que se está llegando a un lugar asombroso, en el que es fácil reinventarse.
La Roma, el Pedregal, la Juárez y el Centro son tal sólo algunas de las colonias que los autores extranjeros escogieron para pasar su vida. Quizá una de esas viviendas antiguas, en las que decidieron pasar sus días sea tu departamento y aunque no lo sabes estás durmiendo en el cuarto de tu ídolo literario. Te mostramos una recopilación de los escritores foráneos que radicaron en la CDMX
Gabriel García Márquez
Para este autor colombiano, México era su otra patria. El Gabo, como le decían, aterrizó en esta metrópolis un 2 de julio de 1962, el mismo día en el que se suicidó Hemingway. Cuando llegó encontró en las personas y en las calles de la capital mexicana la inspiración necesaria para convertirse en escritor. Fue aquí, donde un día se le ocurrió escribir Cien años de soledad, y aquí donde se encerró, durante un año y medio, para darle vida a Macondo.
A lo largo de su vida, García Márquez regresó a intermitentemente a la Ciudad de México. Para él, este lugar era un más que una casa; era el espacio donde crecieron sus hijos, donde escribió sus libros y donde sembró sus árboles . Tal vez por eso fue precisamente aquí donde pasó los últimos días de su vida. La última vez que lo vieron fue afuera de su casa en el Pedregal de San Ángel, tenía un ramo de flores amarillas en la mano. Finalmente se había convertido en un personaje de sus novelas.
Traven
Fuente: revista Nexos.
Un norteamericano de origen escandinavo, que quería ser actor, luchó en la revolución anarquista de Alemania, llegó en un barco a América, vivió en la Sierra Madre y murió en la Ciudad de México.
Así de extraña y fascinante es la historia de este escritor, del que se sabe poco, porque era excéntrico, solitario y usaba una decena de seudónimos. En algunas biografías se sugiere que era un tipo tranquilo, con nariz prominente que frecuentaba a los intelectuales de la Ciudad de México en los años 50. Muchos han rumorado que en esta urbe escribió algunas de sus obras maestras. Lo que se sabe con certeza, es que la CDMX fue la última que lo vio vivo.
William Burroughs y Jack Kerouac
Burroughs
Kerouac
Dos de los más grandes exponentes de la Generación Beat, vivieron en la Roma. La colonia fue testigo de sus encuentros con las drogas, de los escandalosos sonidos del jazz que hacían estragos en los techos de lo bares y de las noches bohemias que casi siempre se transformaban en día.
Estos dos compinches de las letras y de los estupefacientes, llegaron a la Ciudad de México al amanecer. Deambularon por decenas de tugurios en la Guerrero, y sacaron en las calles de principios del SXX, la inspiración necesaria para escribir acerca de lo que es estar vivo. Seguro la luna de miel entre los novelistas y la capital mexicana hubiera durado por siempre, de no ser porque en una fiesta, de esas que había en los años cuarenta, Burroughs matara por accidente a su esposa y tuviera que huir, dejando tras él sus años bohemios en la Delegación Cuauhtemoc y los restos de su conyugue que aún descansan en un panteón cerca del metro Tacuba.
Roberto Bolaño
El polémico escritor chileno, también pasó por la gran metrópoli mexicana. Llegó con su familia en 1968, y aquí permaneció muchos años de su juventud. Los que lo conocieron aseguran que en la década de los 70, Bolaño iba regularmente al mismo café de la Juárez, ese lugar en el que Fidel y el Che planearan la revolución cubana. Llevaba una gran melena, sus ya clásicos lentes redondos y sus textos.
Cuentan los que lo frecuentaban, que una de las actividades preferidas de Roberto Bolaño era deambular por las calles de CDMX, siempre con una infusión en la mano, y una arrogancia digna de un aspirante a escritor. Era común también, verlo en restaurantes del eje 3 divagando acerca del sentido de las cosas . Esta ciudad fue importante para el personaje andino, tanto que la hizo protagonista de su novela Los detectives salvajes.
Juan Gelman
Fuente: Sin Embargo
Venido desde las entrañas de la sangrienta dictadura Argentina, el poeta Juan Gelman, al principio por obligación y después por amor, hizo suya la Ciudad de México. Llegó en 1961 y sus primeras impresiones de la gran urbe mexicana fueron muy positivas, desde el inicio esta ciudad parecía tener poesía en la esquinas, tanto que decidió quedarse y escribir en ella sus mejores versos.
Autor de más de treinta libros de poesía, Gelman vivía tranquilo en la Colonia Condesa. Aquí estaba cuando le hablaron para decirle que se había ganado el Premio Cervantes. Aquí estaba cuando se enteró que la nieta, que le había robado el golpe militar argentino, estaba viva. La Ciudad de México, fue tan importante para él, que en algún punto decidió morir en ella.
Allen Ginsberg
Allen Ginsberg era el laureado poeta de la Generación Beat, sus poemas pusieron las ruedas en movimiento para uno de los movimientos creativos y literarios más influyentes en la historia de Estados Unidos. Era un hombre reservado, inteligente que ganó el respeto de su audiencia, y sus críticos por igual.
En diciembre de 1953, Ginsberg dejó la ciudad de Nueva York para emprender un viaje a México a explorar las ruinas indígenas en Yucatán y experimentar con diversos psicodélicos. En agosto de 1955, inspirado en el manuscrito del poema largo de jazz titulado “México City Blues” en el que Kerouac se inspiró en la Ciudad de México, Ginsberg encontró la fortaleza para empezar a recibir lo que llamó sus más “simpatías imaginativas” personales en el largo poema “Aullido por Carl Solomon”.
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