Reunimos algunas cartas de amor, de muerte, entre otros temas que se escribieron en la Ciudad de México.
En los nuevos tiempos hay un arte antiguo que está casi extinto, el de redactar y mandar cartas. Cuesta trabajo imaginar que en otras épocas las personas pasaban largas horas frente a un papel con la tarea de escribir sentimientos, preocupaciones o sueños a una persona a la que muchas veces no conocían.
Parece muy lejano también ese instante en la historia en el que las oficinas de correos se llenaban todos los días, se vendían en gran cantidad los sellos postales con la cara de Benito Juárez o de María Félix y “remitente” era una palabra cotidiana. Mientras, las personas en sus casas esperaban ansiosas la llegada del cartero que ocasionalmente, si la correspondencia así lo ameritaba, fungía como ave de mal agüero o mensajero de buenas nuevas.
Foto: El Universal
Lo cierto es que las cartas son pequeños fragmentos de historia que nos pueden comunicar de una manera auténtica cómo era la vida cotidiana en otros tiempos. Esos pedazos de papel, con un olor a otra época, casi siempre tapizados con caligrafía vieja, nos pueden revelar detalles asombrosos de la Ciudad de México, y de sus habitantes.
Un ejemplo de esto nos lo muestra el gran Jorge Ibargüengoitia que en su célebre ensayo Instrucciones para vivir en México, le dedica un capítulo completo a la magia del arte epistolar, y nos comparte su fascinación por un libro de principios del Siglo XX que se vendía en la Ciudad de México llamado Moderno Secretario Mexicano una obra que incluía “cartas amorosas, familiares, de etiqueta, pésame y felicitaciones… etcétera” En esta extraña antología, hay publicadas una gran cantidad de ideas para crear una correspondencia adecuada según la situación.
Para su deleite a continuación, enumeraremos algunos breves fragmentos de las cartas que se mandaban en la CDMX, hace casi un siglo.
Carta de una sobrina a un tío deseando conocerlo
“Mi querido tío: cumplo hoy trece años, éste será el último que asista a la escuela primaria y aún no he tenido la posibilidad de conocerlo a usted más que en un retrato.”
Carta de un padre negándole a su hijo el permiso para un viaje
“Querido hijo: comprendo que tienes veinte años y que vives en un lugar lleno de tentaciones; yo también tuve tu edad y viví mucho tiempo en la Ciudad de México; pero los placeres tienen un límite y nada es tan pernicioso para tu salud o posición social, como el abuso de ellos.”
Carta a un amigo pidiéndole dinero
“Tengo que pagar el día 28 del corriente una letra de dos mil pesos, y no creo poder hacerlo, porque la estación de lluvias hace que bajen mis ventas al menudeo.”
A un hombre que pierde una amiga íntima
Fuente: SDP Noticias
“Era imposible suponer que estuviera tan cerca el sepulcro mi comadre. Cuando la última vez que almorcé con ustedes, estaba tan llena de vida.”
Carta/ declaración de Manuel a Lola
“Nunca olvidaré la tertulia del domingo último, pues me permitió la felicidad de conocerla a usted”
Los celulares se pierden, los correos electrónicos se quedan abandonados en una triste bandeja de entrada. Pero las cartas, esas hojas en las que cada palabra contaba y borraban distancias que parecían infranqueables, perdurarán por siempre, quizá en el cajón de vitrina, en la casa de una tía abuela a la que debemos visitar pronto.
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