La historia del gran saqueo ocurrido en el mercado más importante de la Ciudad de México del que hoy no existe rastro.
A comienzos del siglo XVIII se construyó a un costado de la Plaza Mayor (conocida actualmente como Zócalo) un gran edificio de piedra mamposteada que albergaría el elegante mercado conocido como Parián. Dicho edificio contaba con dos pisos y 130 locales distribuidos en el exterior e interior y albergaba los comercios más importantes de la ciudad. En principio, porque en este mercado se vendían las preciadas y lujosas mercancías que arribaban a México con el Galeón de Manila, un navío al que ansiosamente esperaban los habitantes de la ciudad que querían adquirir los ostentosos productos traídos de Asia.
Se le llamó Parián porque así se nombraban ese tipo de mercados en Filipinas. Gente de las clases acomodadas de todo el país acudía a comprar sedas, paños, perlas, muebles, perfumes, ropa, cosméticos, entre otros productos que los ricos comerciantes españoles vendían en el mercado.
Para entender los eventos sucedidos entre el 4 y 5 de diciembre de 1828 hay que tener en consideración el odio suscitado entre españoles y criollos a raíz de la lucha por la Independencia. Desde que había iniciado el conflicto, la rivalidad entre estos dos grupos crecía a pasos agigantados.
El 4 de diciembre de 1828, más de cinco mil personas unidas a una tropa rebelde se arrojaron sobre el Parián para incendiarlo y saquearlo. Las puertas fueron destrozadas; los armarios y los mostradores quedaron hechos mil pedazos, los techos fueron incendiados, el dinero y la mercancía habían sido robados. El odio a los comerciantes peninsulares explotó de sobremanera contra el mercado y la revuelta cobró un tamaño colosal. Entre llamas y golpes se escuchaban gritos de odio que decían: ¡Mueran los españoles!, ¡Viva Lobato y lo que arrebato!
El saqueo duró toda la tarde y noche del 4 de diciembre, y una buena parte del 5. Se dice que se robaron 2,500,000 pesos (cantidad exorbitante para ese entonces).
Después del saqueo, la mayor parte de las tiendas dentro del Parián quedaron desocupadas. Muchos comerciantes cambiaron sus locales a las calles de Monterilla y Plateros (hoy Madero). Y finalmente el 27 de junio de 1843 el general Antonio López de Santa Anna ordenó que el Parián fuera demolido para embellecer la plaza principal y erigir en su centro un monumento conmemorativo de la Independencia. A la larga veríamos que de este monumento sólo se llegó a construir el zócalo que serviría de basamento.
Es así que terminó la historia de uno de los más importantes y elegantes mercados que ha tenido México. Hoy en día no queda ni rastro de su existencia.
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