Se sabe que durante su estancia en la máxima casa de estudios, Jack leyó en la Biblioteca Central un artículo de un periódico de París.
Se dice que el popular novelista y poeta norteamericano, Jack Kerouac revolucionó la forma de escribir en los años 50, en compañía de la parafernalia de poetas y amantes del jazz de la generación beat. Que también fue una decisiva influencia en el origen del movimiento hippie de los años 60 (aunque de manera indirecta, pues nunca estuvo de acuerdo con el movimiento) y que su bella prosa –donde pregonan apologías a la búsqueda infinita de dios como una verdad– se influenció directamente de los ritmos del jazz. “Quiero ser considerado un poeta del jazz”, escribe en el párrafo introductor de su poemario Mexico City Blues.
Después de pasar dos meses en la montaña, el pico de la desolación, Jack Kerouac se encaminó a lo que consideraba “tierra sagrada y espiritual”: México. Corre 1955 y una visita inesperada a su amigo Williams Burroughs, en la calle de Orizaba de la colonia Roma, desata una serie de visitas a distintos puntos de la capital. Su visita se planeó fugaz, pero finalmente se instaló en un pequeño cuarto de adobe en la azotea del edificio de Burroughs, con solo la luz de una vela, para vivir en un estado de meditación y soledad.
Entre sus textos –donde frecuentemente encontramos alusiones a tierras mexicanas– se lee que en las mañanas gustaba de visitar la tienda de Sears Roebuck para comprar el periódico News Report y la revista Time; que vivió también en lo que hoy en día es un restaurante de mariscos en la Roma Sur, que visitó Garibaldi y las cantinas sórdidas de alrededores y, que entre otros lugares, visitó Ciudad Universitaria.
Poco tiempo después de que se instalara en la Ciudad de México, apareció el poeta Allen Ginsberg, quien le propuso visitar Ciudad Universitaria, la máxima casa de estudios que presumía desde entonces un puesto entre las mejores universidades de Latinoamérica. Tomaron varios autobuses –ya que en esa época las vialidades aún estaban en proceso de construcción– hasta su destino.
Ciudad Universitaria fue señalada por Kerouac como una escuela de “ignorantes y anarquistas” a secas. En aquellos años resultaba de muy difícil acceso las tendencias que en otros sitios de la orbe surgían, como era el caso de los movimientos ideológicos. Y si era el caso llegaban años después a México. Así que muy probablemente Kerouac y Ginsberg fueron vistos como un par de gringos turistas y nadie prestó atención a su obra, o tal vez los ideales del estudiante mexicano de la UNAM eran simplemente distintos a los americanos. Sea como hubiese sido, décadas después la UNAM se perfilaría, paradójicamente, como uno de los máximos exponentes de los libros de la generación beat, y Kerouac, con acentuado fervor, un verdadero ídolo para los estudiantes.
Se sabe que durante su estancia en la máxima casa de estudios, Jack leyó en la Biblioteca Central un artículo de Jean Cocteau en un periódico de París. Probablemente fumaron algo de hierba, y escribieron algunos haikús, creando un vínculo con el inesperado boom de las drogas en el campus a inicios del siglo XXI. Coincidencia extraña. Pero todo queda en la posibilidad de la suposición.
Es breve la mención que se hace de esta visita –acaso un par de líneas en su libro Ángeles de la desolación–, pero muy significativa por el vínculo que hoy persiste entre México y la generación beat. Finalmente, y a manera de pieza ilustrativa, te compartimos algunos haikús extraídos del libro Ángeles de la desolación (1965), de Kerouac:
Aurora boreal
Sobre hozzomen
El vacio esta más quieto.
En la Sierra del hambre
Pequeños palos
Intenten crecer.
Bruma hirviendo desde la
Cumbre-las montañas
Están limpias.
Bruma antes de la cima
El sueño
Continua.
Desolación
Desolación
¿Cómo te recompensaré jamás?
*Fuentes: Jack Kerouac, “Angeles de la Desolación”; Jorge García Robles, “El Disfraz de la Inocencia”.
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