Un recorrido entre teatros abandonados, hoteles embrujados y edificios hermosos.
En el Centro Histórico, justo donde empieza Santo Domingo y termina Eje Central, hay una calle que cuenta muy bien la historia de la Ciudad de México, su nombre es República de Cuba y aunque es un poco desconocida, basta escuchar sus leyendas y conocer sus anécdotas para percatarnos de su enorme importancia.
Lo primero que podemos decir de esta arteria es que ha tenido varios nombre, en otro tiempo fue águila. Sin embargo, al igual que muchos callejones del Centro Histórico, éste tomó su seudónimo gracias Vasconcelos, que en 1921 quería homenajear a las Repúblicas que habían reconocido al gobierno revolucionario.
Fuente: Proyecto 40
La calle República de Cuba ha sido la casa de muchas grandes personalidades. Ahí vivió en 1680 el célebre escritor y crítico literario Alonso Ramírez de Vargas, amigo personal de Sor Juana, que con sus poemas ganaba todos los concursos de la época.
En el número 95 residió también, durante la época colonia, el capitán de Hernán Cortés, Juan Jaramillo, quien fue entre otras cosas fue el esposo de la Malinche. Cuenta la leyenda que este pobre hombre se tuvo que casar con la bella indígena mexicana obligado por Cortés en una borrachera. Aunque no hay certeza de lo anterior, lo que sí sabemos es que la casa en la que vivieron sigue en pie, y ahora es una escuela primaria.
En el siglo XVIII, República de Cuba fue además la calle de los mesones y hosterías. Ahí llegaban los turistas perdidos que buscaban posada cerca del centro. Es más, si se admira la arquitectura actual aún se pueden encontrar hoteles de antaño que conservan carteles verticales a un costado. Muchos de los habitantes de la zona sostienen que, dentro de esas habitaciones viejas, aparecen toda clase de fantasmas de la Ciudad de México ¿será cierto?
Por otro lado, en esta arteria se puede contemplar la fachada del imponente Teatro Lírico, un recinto inaugurado en 1907 por Justo Sierra, que desde sus inicios fue la una de las sedes más importantes de la vida nocturna en la CDMX. De hecho, en una entrevista el compositor Agustín Lara aseguró que ir a este sitio era una de las primeras cosas que quería hacer al llegar a esta urbe.
Para finalizar la primera parte de este recorrido eterno por la calle donde vivieron los primeros pobladores de la CDMX, valdría la pena hacerse un corte de pelo en Nueva York una peluquería de 1930, que es la más antigua del Centro Histórico. Este lugar todavía conserva la arquitectura Art Déco de inicios del Siglo XX. Sus sillones se hicieron hace más de cien años y en las paredes hay carteles que parecen máquinas del tiempo. En este emblemático lugar además de conseguir una rasurada impecable, se pueden escuchar las historias del dueño del lugar, que al parecer conoce la Calle República de Cuba como la palma de su mano.
Fuente el Universal
Imagen Principal: Ciudad Ocio
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