Entre los edificios de Ciudad Universitaria, en la UNAM, motivos prehispánicos sobresalen por su significación y maestría.
Sabemos que después de la Revolución Mexicana, en el país se gestó un crucial interés por rescatar el legado indígena milenario. No se trataba únicamente de un flocor o interés académico, más bien fue una genuina revaloración de la sabiduría ancestral. Más aún en mundo donde el capitalismo iba poniendo valor monetario y privatizando todas las vertientes de la naturaleza.
El interés por el legado prehispánico fue enarbolado por los primeros arqueólogos y antropólogos, aunque también por intelectuales y artistas que esbozaron un movimiento que permeó la literatura: como B.Traven, o Juan Rulfo. O bien, en las artes plásticas, como los imprescindibles muralistas: José Clemente Orozco, David Alfaro Siquieros y Diego Rivera, o bien, el pintor Rufino Tamayo, Juan O´Gorman, y más tarde Francisco Toledo.
La construcción de Ciudad Universitaria inció en 1929, en el proyecto estuvieron involucrados artistas y arquitectos como: Mario Pani, Enrique del Moral, Carlos Lazo Barreiro y Juan O’Gorman, también David Alfaro Siqueiros, Francisco Eppens y Diego Rivera. Por la influencia de los anteriores personajes, y también por la coyuntura en que fue construida, en medio de una gran influencia por parte del sentimiento pos revolucionario de la necesidad de generar identidad nacional, en el proyecto se incluyó el retomar el simbolismo y filosofía de los antiguos mexicanos.
Para fortuna, hoy, aún engrandecen sus hermosos espacios estas alusiones prehispánicas materializadas en murales, esculturas, fachadas. En este espacio compartimos algunas de los motivos prehispánicos que más inspiran en este ya notable y único lugar, entre sus rocas volcánicas y enormísimos agaves.
La vida, la muerte, el mestizaje y los cuatro elementos
Es una obra de Francisco Eppens Herguera, creada en 1953. Engloba la mitología que apunta a que de una mazorca de maíz se formó el ser humano. Una gran calavera devora la mazorca; también guarda el símbolo de la eternidad ilustrado como una serpiente que se muerde la cola. En él también se ilustra a Tláloc, el dios de la lluvia. Unos senos flácidos al centro son la figuración de la Coatlicue, cansada de alimentar a tantos hijos. Este se encuentra en la Facultad de Medicina.
La superación del hombre por medio de la cultura
En este mega mural se representa el simbolismo del progreso solo cuando se mezcla con la conciencia del pasado y sus valores más altos. El hombre es portador del fuego, y su significado es esta facultad idílica. Una serpiente subyace debajo de este personaje, que representa la síntesis del mundo prehispánico, presente en el actual. Este mosaico, conformado por cientos de vidrios, fue también obra de Eppens Herguera.
Quetzalcóatl
Es parte del trabajo de Juan O´Gorman para la Biblioteca Central de la UNAM. Incluyó dos preciosos murales que se encuentran al frente, cada uno del lado de unas escalinatas. Hechos con la misma piedra con la que el muro está conformada. Una gran serpiente sobresale de la pared.
Fuente de Tláloc
Se encuentra en la puerta norte del edificio de la biblioteca. Fraguado en piedra, de sus fauces y manos generosas surge el agua, fecundidad ineludible para la posibilidad de la existencia.
Ehécatl
El dios del viento está ubicado en la entrada de la biblioteca. Creado con piedra que sobresale, elegantemente, de la misma piedra del muro.
Representación histórica de la cultura (Muro Norte)
Con la temática de la dualidad vida-muerte, O´Gorman nos ilustra un Tláloc, con manos abiertas, como representando su imprescindible lugar en la conformación y preservación de la vida siendo el dios de la lluvia. También en este mega mosaico se ilustran escenas de la vida prehispánica, incluyendo la mítica fundación de la gran Tenochtitlán.
Imágenes/ 2) Santiago Arau; 3)es.pinterest.com/pin/285063851383583479/; 5) pinimg.com; 1,4,6 ,7) Fundación UNAM
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