En febrero los capitalinos podrán apreciar una de las exposiciones más sorprendentes en siete décadas.
Hubo un momento en el arte contemporáneo en México en el que los artistas buscaron enseñarle al mundo lo diverso y maravilloso que es este país. Un instante en el tiempo en el que los paisajes, la Revolución, la Ciudad de México, y el legado indígena desafiaron las más sofisticadas vanguardias europeas y cambiaron para siempre el curso del modernismo.
Esta es la historia que desde el 10 de febrero se presentará en el Palacio de Bellas Artes y que está recogida en una exposición titulada Pintar una Revolución: el arte moderno mexicano de 1910 a 1950. Una muestra que traerá a la Ciudad de México más de 200 piezas, entre grabados, fotografías, libros, pinturas a gran escala y bocetos de murales y demás obras de arte que cuentan mejor que nadie lo que ha sido la creación en este país.
Esta exposición recorre con mucho detalle la historia del arte mexicano, en ella se muestran aquellas obras que cambiaron el rumbo de la creación en nuestro país, desde los inicios del Muralismo, hasta la llegada de las vanguardistas y la creación de un discurso nacionalista que transformó la forma de hacer arte. 
Los protagonistas de esta exhibición son muchos: María Izquierdo, Frida Kahlo, Orozco. Siqueiros, Diego Rivera, Rufino Tamayo, por sólo mencionar algunas de todas las lumbreras mexicanas reconocidas en el mundo.
Esta muestra abarca cuatro momentos del arte mexicano que incluyen: la Revolución, la expansión de las ciudades, el nacionalismo en el arte de los años veinte y el éxodo de los artistas mexicanos a Estados Unidos en la década de los 30. Cada parte explica por si misma cómo era ser artista en México en los primeros años del Siglo XX.
Cabe mencionar que, en octubre, Pintar una Revolución se presentó con un enorme éxito en el Museo de Arte de Filadelfia, en Estados Unidos. Estamos seguros que en la capital se repetirá la misma historia.
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