Expertos urbanistas sugieren que debemos cultivar la relación simbiótica entre la ciudad y la naturaleza.
“No sólo es viable, es necesario”, comenta Delfín Montaña, biólogo urbano que pretende rescatar los 45 ríos de la Ciudad de México para acabar con las congestiones que los miles de vehículos ocasionan cada día en las principales avenidas de la metrópoli.
Es sabido que Tenochtitlán era un islote rodeado de hermosos lagos, y que aun con la llegada de los españoles y la expansión de la capital, se conservaron canales y cauces que servían como caminos para transportar toda clase de productos. También, estos recorridos lacustres comúnmente fungían como paseos recreativos. Todavía durante el siglo XIX, los capitalinos solían viajar en canoa y disfrutar de aquel ambiente campirano.
Sin embargo, entrado el siglo XX, se tuvo que considerar la opción de entubar los ríos, ya que éstos comenzaban a aparentar más un sistema de drenaje. El problema de la insalubridad de varias zonas mejoró, sin embargo, el inminente desarrollo urbano trajo consigo la proliferación de vehículos. Las calles que se construyeron encima de los ríos empezaron a congestionarse, y hasta la fecha, casi diario hay caos vial en distintos puntos de la CDMX.
Es por este motivo, que diversos expertos en biología, ambientalismo, diseño, urbanismo y arquitectura se han reunido para hablar de la posibilidad de rescatar los 45 ríos de la Ciudad de México, para eliminar las calles y volver a la vialidad lacustre, que por tantos años les funcionó a nuestros antepasados.
La propuesta consiste en remover la tubería y reemplazarla con un corredor biológico, desde Santa Fe hasta el Aeropuerto de la Ciudad de México. Esta construcción eliminaría los carriles centrales del Viaducto, conservando solamente los laterales para el paso vehicular. Para reducir significativamente el tráfico citadino, también se implementaría un nuevo transporte público, un tren subterráneo, carriles para bicicletas, pasos peatonales y desde luego, áreas verdes.
Lo cierto es, que alrededor del mundo, los ríos de las ciudades se usan para conservar la biodiversidad, mejorar la calidad del aire y hasta regar plantas. Pero en esta ciudad, los ríos son los drenajes. Es hora de cambiar esto y establecer una relación perenne entre la ciudad y la naturaleza, pues se trata de una relación milenaria que al final del día es simbiótica.
En una ciudad donde ocurren alrededor de 30,000 accidentes viales, resulta más que pertinente al menos considerar un proyecto urbano de este calibre. Hoy más que nunca hay que cuidar del agua, preservar especies acuáticas endémicas, limpiar nuestro aire, cultivar más áreas verdes y reducir el tráfico. Y todo esto lo pueden lograr nuestros ríos.
Se trata de una iniciativa de Taller 13, llamada “Picnic en el Río”. La propuesta ha sido reconocida y galardonada por diversos premios internacionales de sustentabilidad, solo hace falta que más gente la conozca, la promueva y la apoye para que sea haga realidad. “Tarde o temprano, veremos un río fluyendo en la ciudad”, Delfín Montaña.
Fuente: City Lab.
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