Esta iglesia representa una búsqueda por la innovación, lo esencial y las tradiciones.
Son muchos los mexicanos, que para crear sus ideas integraron las escuelas arquitectónicas internacionales, con las tendencias nacionales. Dicha unión, se consiguió a través de la incorporación de arte, materiales y formas que recuerdan la arquitectura prehispánica o colonial. Uno de los que mejor logró hacer una arquitectura moderna y mexicana al mismo tiempo fue Antonio Attolini Lack.
A diferencia de otros arquitectos, la carrera de Attolini no muestra una transición paulatina de arquitectura meramente moderna a su adaptación mexicanizada. Sino que en él, se puede identificar con precisión el momento en el que cambió de rumbo y encontró un estilo propio con su proyecto más conocido: la Iglesia de la Santa Cruz del Pedregal.
Foto: una vida moderna
Si bien, su temprana práctica independiente tiene claras referencias a la arquitectura del estilo internacional, como la de Francisco Artigas, con quien trabajó; y a la de Richard Neutra, a quien tuvo la oportunidad de conocer; tras el proyecto de la Iglesia de la Santa Cruz del Pedregal, Attolini se inclinó por una creación más artesanal, hecha con materiales tradicionales (que contrarrestaran la homogénea arquitectura moderna) sin sacrificar su búsqueda por la innovación y esencialidad.
Foto: Una vida moderna
A pesar de ser un proyecto basado en una estructura existente, diseñado por de José Villagrán, que fue su profesor, la Iglesia de la Santa Cruz del Pedregal muestra características únicas que están en los otros proyectos de Attolini, como el diseño de mobiliario y paisajismo, así como sus recurrentes alusiones a la arquitectura colonial y prehispánica.
En esta construcción se puede contemplar, por ejemplo, una plaza de abierta, que remite a las plazas de conjuntos ceremoniales prehispánicos y permite admirar el edificio con distancia antes de entrar. Dicho espacio, además aleja al visitante del tráfico vehicular, pues se encuentra disminuida en relación al nivel de la calle y está rodeada por una barda compuesta por prismas rectangulares de concreto y vegetación.
Por otro lado, seis puertas que abren completamente el espacio de la capilla principal, estas se encuentran bajo un pesado umbral que sirve como transición entre exterior e interior y sobre el cual se erige la estructura del techo característico de la Iglesia.
La cubierta se compone de seis armaduras triangulares que crecen en dimensión hacia el fondo del espacio, y en cuyas diferencias de tamaño se encuentran entradas de luz indirectas hacia el interior.
En el interior, aunque con planta circular, resalta el altar hacia donde se dirigen las entradas de luz, que se vuelve cálida al pasar por los vitrales y al rematar en el muro amarillo y curvo del fondo. El altar compuesto por un elemento escultural de acero suspendido desde arriba, los sagrarios y la cruz, todos diseños del arquitecto, repiten los temas geométricos que se encuentran en todo el proyecto, como el círculo, los prismas rectangulares y la cruz.
Foto: Archdaily
La Iglesia de la Santa Cruz del Pedregal consolidó y completó el plan urbano residencial de Jardines del Pedregal, concebido por Luis Barragán, y podría ser considerado como un hito de la colonia, así como el centro social de ésta.
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