Algunos fragmentos para comprender la inspiradora obra de José Emilio Pacheco.
José Emilio Pacheco Berny nació en la Ciudad de México un 30 de junio de 1939. Fue un escritor mexicano entrañable, sobre todo, por sus crónicas, poesías, novelas, cuentos y ensayos. Su obra lo ha posicionado como un artífice relevante en la llamada Generación de los Cincuenta, al lado de Inés Arredondo, Huberto Batis, Salvador Elizondo, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis.
Su acercamiento con la literatura dio inicio en la casa de su padre, un punto de reunión donde llegaban escritores como Juan José Arreola, Martín Luis Guzmán y José Vasconcelos, que él y su amigo Carlos Monsiváis solían escuchar.
Temáticas como la infancia, la muerte y la ciudad son recurrentes entre sus líneas. Y lo admirable de su estilo es que es sumamente accesible; su prosa es vibrante y sutil. José Emilio Pacheco confecciona versos fascinantes, que cautivan a cualquier lector por su lenguaje que no pretende apelar a términos rebuscados o grandilocuentes. Aquí algunas de sus mejores frases:
“El amor es una enfermedad en un mundo en que lo único natural es el odio”.
“Y veo a los jóvenes corriendo sin parar por la vía franca, rumbo a la felicidad”.
“Poesía no es signos negros en la página blanca. Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena”.
“Digamos que no tiene comienzo el mar, empieza donde lo hallas por primera vez y te sale al encuentro por todas partes”.
“Sigo pensando que es otra cosa la poesía: una forma de amor que sólo existe en silencio, en un pacto secreto entre dos personas, de dos desconocidos casi siempre”.
“Y cada ola quisiera ser la última, quedarse congelada en la boca de sal y arena que mudamente le está diciendo siempre: adelante”.
“Pero no estaba arrepentido ni me sentía culpable: querer a alguien no es pecado, el amor está bien, lo único demoniaco es el odio”.
“Todo nos interroga y recrimina. Pero nada responde. Nada persiste contra el fluir del día. Al centro de la noche todo acaba y todo recomienza”.
“Los límites del lenguaje son los límites del pensamiento”.
“No hay amor sereno. Si lo hubiese, tampoco escaparía a su final tragedia que es la separación de los amantes”.
“Qué terrible es amar algo que la muerte puede tocar”.
“Ya me encontré a mí mismo en una esquina del tiempo. No quise dirigirme la palabra, en venganza de todo lo que me hecho con saña”.
“Al nacer ocupamos el sitio de alguien, y no damos las gracias a quien se ausenta para legarnos su inestable espacio”.
“Nadie sabe qué suelo pisa. En donde ponga el pie, el abismo puede abrirse a sus plantas”.
“En verdad no hay adultos, sólo niños envejecidos”.
“La vida no es de nadie, la recibimos en préstamo. Lo único de verdad nuestro será la ausencia”.
“Mientras dure el amor ámame, entonces”.
“Yo soy tú. No nos separes de mí”.
“El que se va ya no vuelve aunque regrese”.
“Todo es nunca por siempre en nuestras vidas”.
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