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El día que Don Quijote de la Mancha llegó a la Ciudad de México

Esta es la fascinante historia de cómo llegó a la ciudad una de las obras literarias más importantes del mundo.

 

Concebir un Nuevo Mundo sin literatura es una tarea impensable. Después de cualquier conquista, resulta imprescindible comenzar a nutrir a los habitantes con arte, y las letras, son de las primeras que deben emplear esta faena.

En el caso de nuestro país, una de las primeras obras literarias que llegó fue el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, el padre de la literatura española por antonomasia. El navío que en su cargamento contaba con 160 copias de este libro se llamaba Espíritu Santo, y partió de Cádiz un 12 de julio de 1605.

Dos meses más tarde, arribó al puerto de Veracruz este grande barco. Un hombre llamado Clemente Valdés fue el responsable de ir al encuentro de la nao y reclamar aquel cargamento de libros, que cambiaría por completo la vida literaria de la entonces Nueva España.

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Las autoridades del puerto le entregaron las copias de Don Quijote, que venían distribuidas en dos cajas. El hombre decidió llevárselos a la Ciudad de México, donde iban a ser vendidos por 12 Reales.

Cabe mencionar, que hacía solamente ocho meses que Juan de la Cuesta había publicado aquella magnífica obra en España. Verdaderamente se trataba de un libro importantísimo, que a través de una preciosa lírica, fascinantes personajes e increíbles hazañas había conquistado a todos los empedernidos de las letras de esa época. Y por fortuna, había llegado a nuestro país, marcando un hito que hasta la fecha remembramos con gozo.

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Es importante aclarar, que Miguel de Cervantes quiso viajar a América, sin embargo, Su Majestad no le autorizó el viaje. No obstante, su obra sí logró cruzar mares, y cobró vida desde el momento en que subió el barco. Se dice que los ojos de los pasajeros de la nao Espíritu Santo fueron los primeros en embelesarse con las líneas de Cervantes, pues además de las clases de catecismo que se llevaban a cabo a bordo, también se hacían lecturas en voz alta de la literatura que traían consigo.

Las diferentes librerías en el centro de la ciudad comenzaron a comercializar la obra, y en tan solo seis años, se convirtió en un favorito de los capitalinos. Pronto la fiebre del Quijote se contagiaría por toda la Nueva España. Para 1621, se organizó un desfile tipo mascarada en la ciudad, y los asistentes llegaron disfrazados de Don Quijote, Sancho Panza y hasta Dulcinea. Sin duda esto fue el comienzo de una bella mancuerna: la ciudad y la literatura.

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Fuente: La ciudad que nos inventa, Hector de Mauleón.


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