Una recopilación de las palabras más cautivadoras e inspiradoras del gran Octavio Paz.
Hablar del arte literario en el México del siglo XX no podría ser posible sin hacer referencia a la ilustre obra de Octavio Paz. A este prócer se le considera como uno de los escritores más influyentes no solo de la literatura mexicana, sino que es también un relevante artífice literato alrededor de todo el mundo.
Prueba de esto es el Premio Nobel de Literatura que ganó en 1990 por su lírica llena de pasión, inteligencia e integridad. Destacan en su legado artístico, sobre todo, textos como los ensayos y la poesía. Y éstos, a su vez, están plagados de temáticas como el erotismo, la idiosincrasia del mexicano y otras reflexiones entrañables que caracterizan la vida humana y sus dádivas.
Nació y murió en la Ciudad de México, urbe que le funcionó de musa para diversos escritos. Con hermosas palabras describe el barrio de Mixcoac, el Antiguo Colegio de San Ildefonso, la zona de Tlatelolco, el grandioso Parque Hundido y la delegación de Coyoacán. Octavio Paz es, indudablemente, uno de los escritores capitalinos que más ha cautivado a los empedernidos de la literatura. Aquí algunas de sus frases más brillantes:
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio”.
“El amor nace de un flechazo; la amistad del intercambio frecuente y prolongado”.
“Un mundo nace cuando dos se besan”.
“Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje”.
“Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro”.
“Defender a la naturaleza es defender a los hombres”.
“Voy por tu cuerpo como por el mundo, tu vientre es una plaza soleada, tus pechos dos iglesias donde oficia la sangre sus misterios paralelos”.
“Todos los años son este minuto desplomándose interminablemente”.
“Vivir bien exige morir bien. Tenemos que aprender a mirar de frente a la muerte”.
“Reposa la ciudad en los hombros del obrero dormido”.
“Todo es presencia. Todos los siglos son este presente”.
“Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado”.
“Pasó ya el tiempo de esperar la llegada del tiempo, el tiempo de ayer, hoy y mañana, ayer es hoy, mañana es hoy, todo hoy es hoy”.
“La pintura tiene un pie en la arquitectura y otro en el sueño”.
“Estás desnuda, como una sílaba, como una llama, una isla de llamas”.
“Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor que es hambre de vida es anhelo de muerte”.
“El mexicano puede doblarse, humillarse, “agacharse” pero no “rajarse”, esto es, permitir que el mundo exterior penetre su intimidad”.
“El que chinga jamás lo hace con el consentimiento de la chingada”.
“La nube preñada de palabras viene dócil y sombría, a suspenderse sobre mi cabeza, balanceándose, mugiendo como animal herido”.
“En las aguas heladas del cálculo egoísta, eso es la sociedad, por eso el amor y la poesía son marginales”.