Borda es una de las casas históricas con más identidad del Centro Histórico.
Cualquier transeúnte que recorra desenfadado la calle Madero del Centro Histórico, no podrá pasar de largo la Casa Borda, ubicada en el número 33 de esta icónica y antigua arteria citadina.
Su construcción data del siglo XVIII, época en la cual se le catalogaba como una mansión. Hoy por hoy, es una casona histórica, cuyos detalles arquitectónicos siguen murmurando las anécdotas que le han otorgado una identidad a cada uno de sus pisos. Como su nombre lo indica, este inmueble perteneció al francés Joseph de Laborde (o José de la Borda). Era un hombre acaudalado de la Nueva España, quien no dudó en mandarle a construir un ostentoso hogar a su mujer, Teresa Verdugo.
Cuentan algunas crónicas que, en realidad, el francés ordenó erigir esta casona para que rivalizara con la de Hernán Cortés. Por este motivo, fue construida por uno de los arquitectos más afamados de la época, Francisco Guerrero y Torres.
La apabullante casa abarcaba toda una manzana; la abrazaban las calles que hoy conocemos como Madero, Bolívar, 16 de septiembre y Motolinia. Tres pisos la constituían, y éstos estaban cubiertos con roca roja de tezontle (un elemento bastante popular en la arquitectura del virreinato). Cabe mencionar, que en el nicho que aún prevalece en la entrada del lugar, se encontraba una hermosa estatua de la Virgen de Guadalupe.
Cuando fungía como el hogar de la familia Borda, el lugar estaba repleto de elegantes adornos. Sofisticadas alfombras, pinturas, porcelanas, relojes y muebles invadían cada habitación del inmueble, posicionándose así como una de las casas más lujosas de aquel cuadro del Centro Histórico.
Actualmente, destaca por sus características arquitectónicas, desde la fachada hasta los detalles decorativos de su interior. De hecho, perpetúan varias piedras esculpidas en el primer piso.
No obstante, la mansión original fue fragmentada en cinco predios a finales del siglo XIX. Resultó uno en la esquina, dos sobre la calle Madero y otro par en Bolívar. Con el paso de los años, la Casa Borda asumió el giro comercial en su planta baja, mientras que los pisos de arriba funcionaron como habitaciones dedicadas a la hotelería.
Entrado el siglo XX, se inauguró el famoso Salón Rojo en la esquina; fue uno de los primeros y más concurridos recintos cinematográficos de la incipiente urbe. De igual manera, se plantaron comercios como los baños de Harem, el Hotel Coliseo y la oficina de correos en los demás predios.
Hoy en día, la Casa Borda del número 26 de la calle Bolívar es la única edificación que sigue conservando la arquitectura original del siglo XVIII, con amplios patios, mampostería de la época y detalles en piedra. Se han logrado rescatar, gracias a restauraciones del INAH y el INBA, distintos espacios. La infraestructura y los servicios para uso habitacional se modernizaron, para que la Casa Borda hoy, continúe siendo una de las casas más hermosas y características del Centro Histórico de la capital.