El centro religioso se erigió en lo que fuera uno de los zoológicos de Moctezuma…
En agosto de 1522, arribaron a Tlaxcala tres españoles franciscanos, aquella primera orden religiosa que llegó a tierras mexicanas con el fin de evangelizar a los indígenas. Juan de Ayora, Juan de Tecto y el Fray Pedro de Gante llegarían pronto a la Nueva España, para comenzar con la labor de conversión con los aztecas.
Los sacerdotes, primeramente, empezaron a estudiar varias de las lenguas que se hablaban en los distintos parajes que constituían lo que fuera Tenochtitlán. Fue en Texcoco donde se edificó la primera escuela franciscana de la ciudad, aquí se enseñaba a leer, escribir y cantar. Desde luego también se daban clases de fe cristiana.
Para junio de 1524 llegaron al país otros 12 miembros de la orden de San Francisco. Como ya eran varios, los frailes optaron por levantar una pequeña casa muy cerca de la Plaza Mayor. Pero este predio sería provisional, pues pronto, con donativos de Hernán Cortés, los franciscanos adquirirían un terreno de miles de metros cuadrados, lo cual es equivalente hoy a cuatro manzanas.
Se trataba de un espacio muy grande, pues cuentan las crónicas se solía tratarse de un terreno ocupado por una de las casas donde Moctezuma albergaba sus animales, los llamados zoológicos del tlatoani mexica. El terreno fue bien aprovechado por los religiosos, pues construyeron varias capillas sobre su suelo.
Siglos pasaron, y varias de aquellas construcciones que ocupaban las calles que actualmente conocemos como Eje Central, Madero y Venustiano Carranza tuvieron que ser demolidas para dar cabida a la creación de otras calles, como la 16 de Septiembre.
En 1868, se eliminaron los conventos por mandato de la Ley de Desamortización, razón por la cual unos protestantes episcopales adquirieron el templo que todavía prevalecía en aquel lugar del centro. A su vez, éstos se lo vendieron a los jesuitas 30 años después. Y ellos, por su parte, lo donan a los franciscanos de nuevo.
Por fortuna todavía se mantiene incólume su fachada churrigueresca, ese estilo español que destaca por la profusa cantidad de ornamentos y detalles, que de manera acertada se desdoblan por toda la portada que constituye al Templo y Convento de San Francisco. También destaca su atrio, donde actualmente se montan exposiciones.
Se trata, más bien, de un complejo religioso, compuesto por un templo y un claustro adjunto. Asimismo, a poca distancia se encuentra la capilla Balvanera, que le otorga un aire muy religioso a este hermoso rincón del Centro Histórico.
Características como el retablo del altar mayor continúan embelesando a los entusiastas de la arquitectura religiosa. Se trata de una obra que data del siglo XVIII, y que corrió a cargo de Jerónimo Antonio Gil. Cabe mencionar, que fue destruido en el siglo XIX, pero restaurado en la década de los 40 del siglo XX. Conviene admirar esta joya arquitectónica desde todos sus ángulos, para cautivarse con su preciosa fachada y también con las obras pictóricas que adornan su interior.