museo nacional de las culturas

Sobre la historia que resguardan los muros del Museo Nacional de las Culturas

De hogar de Moctezuma a Casa de Moneda, este edificio ha sido testigo de grandes historias.

 

En el corazón de la Ciudad de México, justo en el punto medio entre el Templo Mayor y el Palacio Nacional, se levanta una edificación que más bien podría definirse como un sincretismo arquitectónico, pues su valor intrínseco radica en su historia prehispánica y virreinal.

Se trata del Museo Nacional de las Culturas, un espacio comprometido con la difusión de las culturas del mundo de todas las épocas. Este recinto, cabe mencionar, es uno de los cinco museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, sin embargo, su vocación no siempre fue fungir como museo: lo cierto es que sus muros resguardan historias que datan desde el periodo precolombino.

El museo se construyó en el terreno de lo que fuera la Casa Denegrida de Moctezuma, un nombre que los españoles le dieron a aquel oscuro paraje que formaba parte del llamado Palacio Nuevo de Moctezuma. Se dice que en este grande cuarto sin ventanas el tlatoani se retiraba a meditar. Y como sucedió con otros complejos indígenas, la casa fue destruida por los españoles tras la Conquista. Cortés se adueñó del terreno con el objeto de pronto mandar construir la Real Casa de Moneda.

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Dicha institución data de 1535, pero fue hasta 1569 cuando el gobierno adquirió foralmente la propiedad que se ubicaba al este del reciente Palacio Virreinal, mejor conocida como “las casas nuevas de Moctezuma”. Finalmente se erigió ahí la ceca, y por este motivo aquella calle dejó de llamarse “Del Arzobispado” y se convirtió en “Moneda”.

Para el siglo XVIII la Corona era la que administraba la Casa de Moneda, la cual mejoraba cada vez más mediante los años pasaban, en cuanto a maquinaria y procesos se trataba. Era tanta la importancia y relevancia del lugar, que en 1732 se mandó realizar una fachada digna de una casa de moneda, cuyo diseño corrió a cargo del ingeniero Luis Diez de Navarro y elaboración de Bernardino de Orduña, conocido por su pericia con la cantería.

Tras la Independencia de México, la institución comenzó a llamarse Imperial Casa de Moneda, pero esto duraría poco, pues a principios del siglo XIX volvería a modificar su nombre a Casa Nacional de Moneda.

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Es importante mencionar que en 1847 el gobierno le arrendó la casa a MacKintosh Mint Company, una compañía inglesa. Durante los siguientes, el edificio fue sede de diversos cuarteles, la Suprema Corte de Justicia, bibliotecas y Ministerio de Hacienda. Inclusive se volvió el Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia en 1865 por mandato del emperador Maximiliano.

Para la década de los 30 en el siglo XX, la edificación fue reconocida como Monumento Nacional. Y en 1938, un mural de Rufino Tamayo llamado Revolución quedó plasmado en uno de sus vestíbulos. Pero con la inminente inauguración del Castillo de Chapultepec como Museo Nacional de Historia, se tuvieron que trasladar los objetos históricos que yacían dentro de la antigua Casa de Moneda.

Pero en 1965 el lugar regresó a su vocación de museo, con el Museo Nacional de las Culturas, el único de su tipo en América Latina. Se trata de un espacio que resguarda objetos fascinantes de diversas culturas del mundo y pertenecientes a distintas épocas. Conviene visitarlo para conocer su acervo, además de embelesarse con toda la historia que sus muros han atestiguado.

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