Se trata de una de las primeras edificaciones construidas durante el siglo XVI en Culhuacán.
Culhuacán, que en náhuatl quiere decir “cerro encorvado, antiguo y venerable”, fue evangelizado tras la Conquista por un grupo de franciscanos, que arribaron a la zona que hoy constituye el Cerro de la Estrella e Iztapalapa para fundar su misión encima de los vestigios que dejaron lo que fueran templos prehispánicos de los culhuacanos.
Pronto la orden franciscana cedería la zona a los agustinos, quienes entre 1552 y 1569 edificarían un convento y una iglesia dedicados a la devoción hacia san Juan Evangelista. Aquel centro religioso fue más bien un espacio de enseñanza, no solamente de carácter católico sino también lingüístico.
Lo interesante del hoy llamado Ex Convento de Culhuacán es que se trata de una yuxtaposición arquitectónica, donde destacan detalles de carácter artístico, religioso e histórico. Primeramente, su aspecto responde al estilo clásico de aquella época, ya que estaba compuesto por un claustro de dos pisos hecho a base de basalto volcánico. Pero aunado a estos elementos sobrios y convencionales, también vale la pena resaltar los murales que hasta la fecha siguen manteniéndose incólumes en los muros que comprenden el edificio.
Si uno se pasea por los pasillos de este fascinante recinto, podrá admirar la riqueza de los frescos que han sido plasmados en sus paredes. Son imágenes que narran temáticas religiosas. Tal es el caso de los pasajes del Nuevo Testamento, que se identifican con la presencia de Cristo; también se pueden reconocer algunos mártires agustinos, así como distintos santos importantes para la religión católica.
Cabe mencionar, que para finales del siglo XIX, se construyó al lado del claustro otro templo, pues el primero ya se encontraba en condiciones críticas. El también llamado templo de San Juan Evangelista fue fundado por el fray Diego de Vetadillo, quien conservó las columnas, el altar y el nicho del centro antiguo.
Actualmente, en el interior de este complejo en Culhuacán se ubica un parque histórico, donde se hallan restos de un estanque y el embarcadero colonial. También se encuentra el Molino de Papel en la avenida Tláhuac, famoso por haber sido el primero de su tipo en la Nueva España.
El Ex Convento de Culhuacán es recordado por haber sido el hogar de ocho religiosos. Son elementos como su puerta de madera los que le otorga hoy una identidad especial, ya que data del siglo XVI y cuenta con unos relieves tallados a mano que narran la pasión de Jesucristo.
Pero ahora todos estos elementos se han transmutado para fungir como museo. Desde la década de los 80 en el siglo XX, comenzaron a nacer programas para el rescate del centro de Culhuacán, entre ellos, la transformación del convento. Como tal, el museo vio su inauguración en 1984, y pronto recibiría piezas prehispánicas y coloniales donadas por los habitantes del pueblo.
Ahora, al espacio se le conoce como Centro Comunitario Culhuacán, y sus habitaciones se han vuelto salas de exposición. Deidades como la diosa de las mazorcas, Tláloc y Chicomecóatl pueden apreciarse en las distintas obras de arte precolombinas que el museo expone. Asimismo, existen objetos virreinales que hablan de la labor de los evangelizadores, como libros de registro de bautismo de indígenas que datan del siglo XVI. Sin duda todas estas características hacen de cada rincón del convento un recorrido y descubrimiento inigualable, que conviene pronto visitar y admirar.