Si uno camina detenidamente por las calles de colonias antiguas como la Condesa, encontrará un detalle bastante particular que obedece a la arquitectura de muchas casonas: las imágenes de vírgenes y santos.
Si bien es cierto, México ha resguardado un profundo apego por el catolicismo y la devoción cristiana desde hace unos 500 años. Pero, sin adentrarnos mucho al fervor religioso, y admirando los ejemplos desde una perspectiva cultural, podemos darnos cuenta que en la mayoría de fachadas de casonas antiguas encontraremos a estos numinosos personajes, advirtiendo, tal vez, el profundo apego a la devoción de aquél hogar.
Así pues, notamos las imágenes de miles de santos por las calles de la Ciudad de México. Sino es en altares callejeros, habrá que ser en casas, iglesias, capillas; en las fachadas de establecimientos y en los rincones menos improbables. Todo pequeño espacio puede ser objeto de devoción. De hecho esta cualidad es la que precisamente me atrae en lo personal: al menos en la Ciudad de México, Dios sí está en los detalles.
Esta frase –“God is in the details”–, de origen incierto pero popularmente atribuida al arquitecto Ludwig Mies van der Rohe, se refiere esencialmente a que los detalles importan. Que cada cosa que hagas debes hacerla a fondo, y siempre cuidando los detalles. Aunque también podría traducirse como la importancia de esas cosas simples que normalmente no vemos, pero que están ahí, siéndolo todo.
A sabiendas de esta locución, es preciso reconocer que estos pequeños detalles sacros, esparcidos por toda la Ciudad de México, realmente lo fueron todo en alguna época. Que lo siguen siendo aún para muchos mexicanos que no idolatramos la imagen, sino el origen anímico de esa imagen, una devoción que poseemos desde hace más de 500 años (y ciertamente mucho más atrás).
En breve te compartimos algunos bellos ejemplos: