La respuesta de nuestro país ante la terrible epidemia de viruela.
La viruela ha estado ligada a la historia de nuestro país desde el momento mismo en que los españoles tocaron tierras mexicanas. A lo largo del periodo colonial y de los primeros cien años de México como nación independiente, la viruela provocó la muerte de infinidad de personas y se volvió una plaga que hacía temer a todos los habitantes de México. Los que llegaban a sobrevivir quedaban marcados de por vida, ya fuese ciegos o desfigurados.
Entre 1795 y 1799 una epidemia de viruela afectó a gran parte de la población de la Nueva España. Esta enfermedad era muy común no sólo en México si no en muchas partes del mundo, debido a esto se hizo muy popular la práctica de la variolización, que consistía en la introducción de secreciones de las pústulas virulentas de una persona enferma a otra sana. Este tipo de procedimientos eran ya conocidos desde siglos atrás por médicos asiáticos y africanos pero se extendió mayormente en el siglo XVIII en diferentes partes de Europa.
En México, dados los estragos que generaba esta enfermedad, el Virrey impuso el primer programa formal de variolización auspiciado por las autoridades civiles y eclesiásticas. Esto quedaría marcado en la historia como la primera campaña de vacunación que tuvo el país. El Real Tribunal del Protomedicato, institución oficial encargada de vigilar el ejercicio de las profesiones sanitarias, se encargó de elaborar un folleto titulado “Método claro, sencillo y fácil para practicar la inoculación de viruelas” que fue repartido a los médicos en todas las ciudades de la Nueva España para que los doctores supieran cómo actuar.
Claramente esta campaña no fue del todo bien recibida y causó gran revuelo entre los pobladores de la Nueva España; la mayoría de la gente tenía temor de vacunarse y los médicos discutían las ventajas y los peligros que podría traer este método. A pesar de la crítica, la campaña fue puesta en marcha y se logró que varias personas se inocularan.
Paralelamente a esta campaña, en 1798 el inglés Edward Jenner acababa de anunciar su novedoso método de variolización que en vez de utilizar las secreciones del enfermo, se inoculaba en el humano el virus de la viruela bovina, que al parecer era mucho más eficaz.
Esta nueva vacuna, la primera que formalmente existió en el mundo, llegó a la Nueva España en 1804 con la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Se instaló en la ciudad la Oficina Conservadora de la Vacuna que estuvo presente durante todo el siglo XIX y que poco a poco fue teniendo cedes y casas de vacunación en todos los estados de la República.
Durante todo el porfiriato la viruela continuó siendo una de las enfermedades más populares y más comunes en la mayor parte del país y los esfuerzos por detener el contagio continuaron siendo una prioridad para las autoridades. Durante el gobierno de Díaz se iniciaron las campañas masivas y obligatorias de vacunación de hecho, el presidente del Consejo Superior de Salubridad, Eduardo Liceaga, las impuso en todo el país. Se dice que durante esta época se vacunaron 717, 289 personas en la ciudad y 123, 578 en las municipalidades.
Hay que tener en cuenta que esto no significaba que la población estuviera deseosa de vacunarse. El método continuaba causando mucha intriga y miedo entre los habitantes de México, lo que provocó una fuerte y resistente negativa del público a recibirla. Incluso, muchos de los mismos médicos y funcionarios públicos decían que se trataba de un procedimiento incierto y que su eficacia era cuestionable.
Pero los esfuerzos no cesarían, y en la década de los veintes se incluyó en la Semana de Salubridad el “Día de la Vacuna” donde se buscó dar a conocer las virtudes de la vacuna y aplicarla al mayor número de capitalinos. Así como informar acerca de los peligros de la no aplicación. Se les reiteraba a los padres de familia la responsabilidad de vacunar a sus hijos si querían evitarles el dolor, la deformidad, la ceguera o la muerte prematura.
El gobierno además utilizó al cine como un recurso novedoso en los programas de inmunización. Entre algunas de las películas proyectadas estaban las siguientes: Viruela, Tifoidea, Qué es una enfermedad, y la elaborada por Walt Disney en 1946 llamada “Defensa contra la invasión”.
Casi doscientos años después todos estos esfuerzos por fin verían sus frutos. Desde 1951 no se registra ningún caso de viruela en México y en 1980 la OMS la declaró como oficialmente erradicada.