La casa Scherer era la residencia de un magnate alemán en el siglo XIX…
Las casas antiguas son testigos que, entre sus muros y habitaciones guardan secretos e historias de las ciudades y sus antiguos habitantes, más aún las que ya no existen y que sobreviven sólo en la memoria, como fantasmas del pasado que nos susurran leyendas invisibles.
Hugo Scherer, un millonario alemán dedicado a la minería, vino a México en 1869, para dedicarse a la industria manufacturera, la producción agrícola y, principalmente, el desarrollo ferrocarrilero de México. Además de ser el Cónsul de Persia en México, el señor Scherer formaba parte del consejo administrativo de las compañías Minera Santa María de la Paz y Minas de Fierro del Pacífico; además era el director de la Mexican Mining and Industrial Company, empresa que canalizaba inversiones inglesas en México, y fungió como miembro fundador del consejo directivo del Banco Nacional de México.
Cuando llegó a nuestro país, el alemán construyó una impresionante y lujosa mansión para él y su esposa, Clara Scherer Pino, una edificación que alguna vez adornó una de las avenidas más emblemáticas de la capital, el Paseo de la Reforma.
Entre 1897 y 1901, Don Hugo Scherer adquirió tres enormes predios, que sumaban 4,000 metros cuadrados, con frente norte al Paseo de la Reforma y al sur a la calle Salazar, hoy Atenas, en la colonia Juárez. El terreno se ubicaba justo frente a la Glorieta de Colón.
En 1906, la familia Scherer comenzó la construcción de su lujosa casa bajo la dirección del entonces reconocido ingeniero Salvador Echagaray; los interiores corrieron a cargo del propio Echagaray, y de Manuel Cortina. La casa fue cercada por una lujosa reja ornamental, adornada con frondosos jardines, y tenía amplias vistas a las calles que la rodeaban. El acceso principal de los carruajes se encontraba en la esquina de Reforma y Versalles. Uno de los más bellos elementos de la gran mansión eran sus techos de estilo francés adornados con peculiares ventanas.
Expertos historiadores creen que, por dentro, la casa de los Scherer debió ser sorprendentemente lujosa, con salones y decoraciones al más puro estilo afrancesado: una mansión que frecuentemente recibía a los más importantes personajes de su época, incluido el presidente Porfirio Díaz.
Lamentablemente Don Hugo Scherer sólo pudo disfrutar su mansión durante tres años, pues murió en 1909 durante un viaje que hizo a Alemania. La casa fue habitada entonces por la familia y sus amigos, y en 1913, fue víctima de los enfrentamientos causados por la Decena Trágica, cuando un proyectil golpeó el ala norte de la construcción. Finalmente, la que alguna vez fue una lujosa mansión fue incautada por el gobierno de Venustiano Carranza, para luego volverse la escuela English School for Boys y luego la Academia Hispano Mexicana, durante la década de los cuarenta.
En 1947, la casa de la familia Scherer fue derruida y el terreno usado durante años como estacionamiento, hasta que en 1970 se construyó ahí el edificio Fiesta Palace, luego Fiesta Americana. En el 2015, se anunció el proyecto “Conjunto torres Reforma Colón”, que aún no se realiza, pero se vislumbra como un gigantesco complejo que habitará lo que alguna vez fue la mansión de una de las familias más poderosas del Porfiriato.
El fantasma de la residencia de los Scherer existe rodeada de leyendas y de los espectros de sus antiguos habitantes. Esta casa, como muchas otras que han dejado de existir, aún sobrevive de alguna manera, para recordarnos la larga y compleja historia de nuestra ciudad.
Fuente: Grandes casas de México.