El lugar ardió más de 10 horas y se perdieron cerca de 6 mil películas.
En 1974 se fundó, junto a los estudios Churubusco, la Cineteca Nacional. En aquel tiempo contaba con dos salas de proyección, un área que recibía exhibiciones y un almacén que resguardaba la mayor cantidad de rollos del patrimonio fílmico de México. Esto se debía al Plan de Reestructuración de la Industria Cinematográfica que buscaba dignificar el séptimo arte en el país.
No obstante, el 24 de marzo de 1982, mientras se proyectaba la película La tierra de la gran promesa (Andrzej Wajda, 1974), una flama atravesó la pantalla y llenó de humo la sala Fernando de Fuentes. Al momento en que los espectadores salían en estampida, pisoteando a algunos que se quedaban en el suelo, el fuego alcanzó la bóveda en donde se encontraban los filmes y provocó una serie de explosiones que terminaron por consumir el edificio, haciendo que los bomberos combatieran las llamas por más de diez horas.
La causa del incendio no se sabe a ciencia cierta. Son varias las hipótesis que hay, desde un cortocircuito en el proyector de video, pasando por el estallido de una estufa de un Wings que se encontraba pegado al recinto, hasta llegar a la que es la que fue tomada como la versión oficial: la explosión del lote de las cintas de nitrato de celulosa (material altamente inflamable) que se encontraban en un cuarto donde no había aire acondicionado que pudiera regular su inestabilidad.
Hubo una pérdida total del inmueble y de 6 mil negativos, 2 mil guiones y 9 mil libros. Dentro de lo que se sabe, se extraviaron negativos de Juan Orol, dibujos de Serguéi Eisenstein y Diego Rivera, un programa original de Un perro andaluz de Luis Buñuel y el material fílmico de la Guerra Cristera que pertenecía a Plutarco Elías Calles.
Las pérdidas humanas –según la prensa de aquel tiempo– llegaban hasta 20, sin embargo, el número que se manejó en el reporte oficial fue de tres: Venustiano González, jefe de bomberos; Taide Gómez, trabajadora de la Cineteca y José Mercedes Castillo, uno de los espectadores.
Casi dos años después, se erigieron los nuevos edificios de la nueva Cineteca Nacional en el barrio de Xoco, y aunque esto significó un nuevo lugar para la apreciación de distintas películas, no hay que olvidar aquel pasado en donde hubo una pérdida importante para todo el pueblo mexicano.
Autor: Alejandro Nájera.