Sobre la impactante historia de San Pedro de los Pinos, un barrio habitado desde épocas remotas.
Pese a que la primera gran extensión urbana de la colonia San Pedro de los Pinos data de los primeros años del siglo XX, lo cierto es que esta zona contó con habitantes desde la época prehispánica. Así lo comprueban los asentamientos que yacen en la zona arqueológica que se ubica al sur del barrio, un sitio donde se erigió una pequeña pirámide al dios Mixcóatl.
Tras la llegada de los españoles, durante el periodo del virreinato este paraje fungió como el espacio idóneo para comenzar a establecer ranchos y haciendas. Este cometido surgió porque resultaba imperativo que los novohispanos empezaran a aprovechar los recursos de las zonas aledañas al centro de Tenochtitlán, sobre todo los recursos naturales.
En el caso de esta zona, la característica principal eran los pinos que abundaban en lo que fuera un grande y hermoso bosque. Por este motivo, el nombre de la colonia hace referencia a esta dádiva de la naturaleza. Cabe mencionar, que para llegar a barrios como Tacubaya y Coyoacán, varios capitalinos cruzaban esta parte de la ciudad, ya que ahí se erigía una garita dominica dedicada a San Pedro, santo católico que también nombró a la colonia.
Para finales del siglo XIX, siguieron naciendo haciendas y quintas que varios habitantes utilizaban como casa de verano, pues se trataba de una zona muy cercana a Mixcoac, barrio donde vivía una significativa cantidad de la sociedad mexicana.
Pronto un trazo puntual y oficial enmarcó a San Pedro de los Pinos, y recién entrado el siglo XX el incipiente barrio vio la llegada de nuevas familias. Se trata de una zona cuyo trazo asemeja un octágono, y cuya nomenclatura de calles son números que si bien en ocasiones pueden ser confusos, basta entender que la dirección es definida entre los nones y pares.
Después de que culminó la Revolución la urbanización invadió por completo a la zona. Diversas fábricas comenzaron a asentarse alrededor de las calles de este lugar y nuevos edificios residenciales se erigieron para albergar hogares de la clase media de la Ciudad de México. Y aunque como el resto de la ciudad, la colonia San Pedro de los Pinos fue alcanzada por la mancha del desarrollo y avance infraestructural, todavía se alcanzan a apreciar vestigios arquitectónicos y culturales que evocan otras épocas.
Está la zona arqueológica que nos brinda un sentido de identidad y orgullo. También se desenvuelven fachadas coloniales, eclécticas y contemporáneas, que hablan de las distintas corrientes estéticas que han permeado el rostro de la ciudad. Sin el propósito de definir con un solo estilo la colonia, por aquí se pueden recorrer sus calles tranquilas y saborear la tradición que se asoma por los comercios locales, las hermosas parroquias y los confortables parques.