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Sobre la torre de 650 cráneos que encontraron en el Templo Mayor

Estos restos óseos cambiaron todo lo que sabíamos de los aztecas.

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La capital mexicana amaneció hace unos días con una revelación arqueológica impresionante. El Instituto Nacional de Antropología e Historia, descubrió en el corazón del Centro Histórico, una torre con 650 cráneos que podría cambiar todo lo que se sabe, del todavía misterioso Imperio Azteca.

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Estos restos óseos estaban incrustados en una estructura cilíndrica de más de 6 metros de altura ubicada cerca del Templo Mayor. Según los reportes de los especialistas, los cráneos estaban cubiertos con cal y otro tipo de materiales que acumularon en el tiempo que estuvieron debajo del subsuelo.

Se cree que dicha torre formó parte del terrorífico Huey Tzonpantli (hilera de huesos), un siniestro altar sobre el que se empalaban cabezas de humanos recién cortadas, como parte del sacrificio que se hacía para honorar a las complejas deidades aztecas. Este sanguinario ritual tenía muchas funciones en la antigua sociedad azteca: por un lado, servía como advertencia para los enemigos, y por otro, por paradójico que parezca, era una forma de venerar la vida.

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Los arqueólogos que participaron en esta exitosa excavación, llegaron a estas y otras conclusiones gracias a diversas crónicas que escribieron los conquistadores cuando llegaron a Tenochtitlán. Según los españoles, este siniestro ritual los hizo sentir muy vulnerables y hasta Hernán Cortés, un guerrero veterano, se impresionó al ver la relación tan cercana que los aztecas tenían con la muerte.

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Cabe destacar, que una de las particularidades de este fantástico hallazgo es que entre los centenares de huesos que había en la torre, se encontraron cráneos de niños y mujeres. Esto contradice la teoría de que este tipo sacrificio (practicado en toda Mesoamérica) solo se hacía con guerreros jóvenes, que eran los que participaban en los conflictos armados. Este dato, abre un nuevo capítulo de interpretación histórica que aún está por escribirse.

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Este y otros encuentros arqueológicos en la Ciudad de México nos hacen preguntarnos ¿qué hay debajo de nuestro suelo? Quizá una civilización, que aunque fue enterrada se niega a ser olvidada y tiene mucho que decirnos acerca de lo que realmente somos.