Elena Garro y los aforismos más estremecedores de su brillante obra.
Elena Garro nació un 11 de diciembre de 1916 en la hermosa Ciudad de Puebla. La obra tan diversa y profusa de esta artista la ha posicionado como una de las escritoras más importantes que ha dado el país. Y pese a que muchos la identifican por haber sido la esposa de Octavio Paz, Elena Garro, todavía hoy brilla con su propia luz.
Creció en la Ciudad de México, lugar donde estudió coreografía y literatura en la UNAM. Fue en la universidad donde conoció a Paz. Alguna vez Garro contó que el escritor la robó, pues la hizo faltar a su examen de latín para cautivarla y posteriormente casarse con ella.
Fue guionista, periodista, dramaturga, cuentista y novelista. Se le relaciona constantemente con el realismo mágico, y pese a que ella siempre rechazó esta categorización, su novela Recuerdos del porvenir es considerada un antecedente de este fabuloso género literario, ya que fue escrita cuatro años antes que Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
Elena Garro hablaba distintas lenguas y era una mujer cosmopolita. Durante su vida, vivió en varios países y se graduó de la Universidad de California Berkeley y la Universidad de París. Cabe mencionar, que durante la matanza de Tlatelolco, se ganó la enemistad de varios intelectuales mexicanos, por culparlos públicamente de envalentonar a los estudiantes y después abandonarlos a su suerte. Esto terminó en un exilio de 20 años en Estados Unidos, España y Francia.
La escritora merece leerse y releerse, y no como la esposa de Octavio Paz, sino como una mente brillante y una fantástica mujer, que confeccionó obras que exploran diversas temáticas que cualquier empedernido de las letras disfrutará. Aquí algunas de las frases más estremecedoras de Elena Garro:
“Aquí la ilusión se paga con la vida”.
“Hay que ser pobre para entender al pobre”.
“En la profundidad de la mentira siempre hay algo perverso”.
“Adelante de los pasos de un hombre siempre van los pasos de una mujer”.
“Quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme”.
“No todos los hombres alcanzan la perfección de morir; hay muertos y hay cadáveres, y yo seré un cadáver”.
“La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos.”
“Para nosotros, los indios, es el tiempo infinito de callar”.
“La memoria del futuro es válida, pero me ha fastidiado, y estoy cambiando los finales de todos mis cuentos y novelas inéditos para modificar mi porvenir”.
“Perdíamos cuerpo y el mundo había perdido cuerpo. Por eso andábamos con el amor desesperado de los fantasmas”.
“Estoy y estuve en muchos ojos, yo solo soy la memoria y la memoria que de mí se tenga”.
“La desdicha, como el dolor físico, iguala los minutos”.
“Sí, rica, sí, el dinero lava la sangre, no hay ideales, no hay nada, solo hay dinero empapado en sangre”.
“En la noche todos somos inteligentes y en la mañana nos encontramos tontos”.
“La memoria es la maldición del hombre”.
“Solo un instante antes de morir descubren que era posible soñar y dibujar el mundo a su manera, para luego despertar y empezar un dibujo diferente”.
“No llames a la muerte, muchacho. La muerte se pasea sola y se aparece a cualquier hora”.
“Enfrentarse al reflejo del pasado produce el exacto pasado y buscar el origen de la derrota produce la antigua derrota”.
“Solo mi memoria sabe lo que encierra”.
“El mundo pierde su variedad, la luz se aniquila y los milagros quedan abolidos”.