Fru Fru

El Teatro Fru Fru, excéntrico hogar de leyendas y fantasmas

Un poco sobre la historia del afamado Teatro Fru Fru.

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Ubicado en la calle de Donceles número 24, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra el legendario Teatro Fru Fru, un lugar reconocido por su excéntrica decoración y por haber sido sede de espectáculos controversiales y atrevidos, además de ser hogar de numerosos fantasmas y leyendas.

 Fru Fru

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En 1900 abrió sus puertas el Teatro Renacimiento (hoy Teatro Fru Fru), donde anteriormente se ubicaba el Gran Teatro Nacional, demolido por aquella época. En su inauguración se encontraba el presidente Porfirio Díaz; se trató de un foro especialmente novedoso por ser el primer teatro en México que tenía iluminación eléctrica. Pocos años después, en 1906, fue adquirido por Francisco Cardona, que rebautizaría este lugar con el nombre de su esposa actriz, el Teatro Virginia Fábregas. Este espacio vivió una época de gran esplendor a principios de siglo.

En 1933, el teatro gozaba ya de menos renombre y cambió su nombre a Teatro Mexicano. En las décadas que siguieron, el foro comenzó a decaer y estuvo a punto de ser cerrado varias veces hasta que en 1973 la famosa actriz Irma Serrano, mejor conocida como “La Tigresa”, lo compró en una subasta y lo renovó, haciéndolo un espacio para teatro alternativo, espectáculos atrevidos de cabaret y obras para adultos, a menudo de contenido erótico (entre ellos, algunos espectáculos dirigidos por el escritor Alejandro Jodorowsky); fue entonces cuando el inmueble fue rebautizado una vez más con el nombre que lo conocemos hoy.

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El Teatro Fru Fru fue inaugurado con la obra Naná, una adaptación de la novela homónima del escritor Émile Zola, producida y protagonizada por Irma Serrano. Esta obra fue controversial y exitosa, y se mantuvo en cartelera alrededor de dos años. Durante la década de los noventa, este lugar abrió y cerró sus puertas intermitentemente como sede de espectáculos nocturnos, pero cerró nuevamente en el 2003 para ser reabierto solamente de manera esporádica, a causa de los supuestos problemas legales de su dueña y las leyendas de sucesos paranormales que lo rodeaban.

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onocido por su excéntrica y oscura decoración (tapices de terciopelo, mármol, herrería pintada dorado y una estatua de un fauno con pinta de diablo que se encuentra en el lobby de la entrada, además de varias representaciones de La Tigresa), este espacio ha sido también la sede de eventos musicales y conciertos, además de locación para la filmación de películas, videos y series de televisión. El Teatro Fru Fru está inmerso en un ambiente lúgubre de decadencia y olvido, y por esta razón también ha sido origen de leyendas y mitos aterradores. Uno de ellos asegura que para que una obra estrenada ahí no fracase, los actores deben dejar un dulce a manera de ofrenda en la charola que tiene entre las manos del pequeño diablo-fauno de la entrada.

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Habitado también por el fantasma conocido como “el catrín del Fru Fru” (un hombre arreglado formalmente con un bastón y un bombín), este enigmático teatro de la capita tiene una gran personalidad, es una rareza que ha sobrevivido el tiempo, un lugar que celebró la libertad sexual mexicana y una reliquia embrujada parecida a ninguna otra.

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