A un mes de la exhibición de la importante obra de Andy Warhol en el Museo Jumex, resulta pertinente hablar de una de sus más rebeldes hazañas.
Por milenios el ser humano ha soñado con explorar el espacio exterior, navegar junto a las estrellas y obtener una perspectiva cósmica de nuestro origen. Fue hasta los años sesenta que los avances tecnológicos abrieron la posibilidad de realizar el primer viaje sideral y con ello, la misión prometéica de caminar sobre el astro más cercano a nuestro planeta, la Luna.
El signo humano más representativo para señalar la conquista de un territorio es el de alzar una bandera, y así, el 20 de julio de 1969, los tripulantes de Apollo 11 levantaron la bandera de E.U.A sobre la superficie de la luna, pero como bien señaló Arthur C. Clark “Hay un simbolismo esperanzador en el hecho de que las banderas no ondulen en el vacío”, queda en evidencia que para mentes más sensibles la mejor forma de dejar huella en el universo no era a través de símbolos nacionalistas, sino con la más prístina característica de nuestra especie, la expresión artística.
Apollo 12 fue la segunda misión espacial encargada de visitar nuestro satélite natural y con ella se conspiró para lograr establecer en completo secreto, el primer y único Museo en la Luna. El concepto fue idea de Forrest “Frosty” Myers quien reuniría a seis grandes artistas para crear un minúsculo museo con obras de cada uno de ellos. En lugar de pasar por los canales oficiales, se vio obligado a tomar la ruta clandestina e introducirlo como contrabando dentro de la nave.
El Museo de la Luna es una pequeña oblea de cerámica que presenta el arte de Andy Warhol, Claes Oldenburg, David Novros, Forrest Myers, Robert Rauschenberg y John Chamberlain. Los artistas contribuyeron en la creación de este pequeño chip con la esperanza de que se convirtiera en la primer expresión artística humana fuera de la Tierra. Y ese deseo puede muy bien haberse hecho realidad. Según los rumores, un ingeniero que trabajaba en la misión Apolo 12, colocó ilegalmente el chip en la pierna del módulo antes del despegue. El informante sin nombre de la NASA luego envió un telegrama al escultor y los cerebros detrás de la operación, para confirmar que el chip estaba en el módulo, sin el conocimiento de ningún otro miembro de la NASA.
La existencia de la obra no fue revelada hasta que Myers informó a The New York Times, dos días después de que Apolo 12 dejó la luna, y dos días antes de que la misión regresara a la Tierra, el reconocido medio publicó un artículo y la fotografía sobre la increíble historia.
La historia es muy probable de ser cierta, y es posible que exista un museo en la luna que contiene una línea recta de Rauschenberg, un dibujo de Mickey Mouse realizado por Oldenburg, un diagrama simétrico de Chamberlein, una caja negra de Novros y una abstracción serpentina de Meyers. Pero lo más destacable del museo es la obra realizada por Andy Warhol, quien todo lo que hizo fue inocentemente grabar sus iniciales en la oblea al estilizar una letra A convergiendo con la letra W.
El resultado es uno de los actos de mayor rebeldía artística en su interpretación fálica, una picardía extravagante para burlarse tácitamente del cosmos o quizá fue un gesto revolucionario del icónico artista pop, para señalar en nombre de la humanidad y de la forma más irreverente que; “Estuvimos aquí, vivimos e importamos”, una clara invitación a transgredir el universo a través del arte.