A la Ciudad de México se le ha nombrado de innumerables formas: Ciudad de Árboles, Capital Mundial del Diseño, Capital de los Mejores Eventos, Urbe de los Barrios Mágicos, etc. Así podríamos seguir atribuyéndole toda clase de topónimos según las demandas de sus habitantes que la construyen. Pero, independientemente de las exigencias o expectativas que construimos, existen un puñado de cualidades, propias de nuestra capital, que no precisamente responden a los atributos mencionados, sino que se debaten entre su acentuado surrealismo y su carácter caótico que le da vida. Y una de ellas es su creatividad.
En términos amplios –y hasta internacionales– la creatividad cedemexiquense responde a variables que van desde sus artistas irónicos –folclóricos– y sus museos de arte mexicano; las obras más exquisitas encontradas en, por ejemplo, el Palacio de Bellas Artes, hasta las artesanías de La Ciudadela y las instalaciones públicas que hacen de la luz un espectro creativamente funcional. Su arquitectura y escultura desplegada en toda clase de estilos e imaginarios oníricos –una apología debatida entre Leonora Carrington y Javier Senosiain, o entre Juan O’Gorman y el hechizante art déco de muchos edificios–; sus mitos y leyendas, destinados a evidenciar lo que ya es mencionado: la Ciudad de México es surrealista por excelencia. Sin olvidar que entre sus múltiples barrios mágicos, atestados de arte y una valiosa historia, existen también barrios “artísticos” que detonan el arte y la cultura a nivel local y nacional, para consumo propio del espíritu mexicano, y de aquél foráneo que gozoso se deleita con nuestra improbable Ciudad de México.
Estos son solo unos pocos apelativos que enuncian a nuestra capital como una urbe altamente creativa. Incluso por naturaleza. Por esto y poco más, queremos compartirte una lista sencilla que muestra algunos de los espacios más artísticos de la capital. Si bien es cierto, existen muchos más, y con gran renombre. Pero, por esta ocasión, compartimos aquellos con los que nos hemos topado en nuestras múltiples investigaciones y nos han parecido de relevancia artística, incluso para el que está acostumbrado a visitarlos:
Murales del Centro Histórico
Quizás, por reminiscencias del pasado prehispánico, el arte callejero sea tan imprescindible en el arte mexicano desde siempre. Encontramos tantos graffitis en las calles, unos sobre otros a manera de collage catártico, que difícilmente podríamos deshacernos de esta forma de expresión. Por el contrario, es posible apoyar a sus autores para mejorar cada día su dibujo, y de esta manera utilizarlos para embellecer la Ciudad. Se encuentra el ejemplo del rescate de espacios públicos que organizó el gobierno de la capital, y cuya primera muestra intervino los muros ubicados en el cruce de las calles Santísima y Emiliano Zapata, en el Centro Histórico, así como algunos locales comerciales como el que se muestra en la fotografía. Esto con el fin de restar sitios olvidados que bien podrían activarse como potenciales públicos. Aquí puedes observar más de esta bellísima intervención.
Rotonda de las personas ilustres
Se trata de un espacio contenido en el Panteón Civil de Dolores, un monolito cultural que alberga los restos de personajes ilustres mexicanos. Probablemente no exista destino mortuorio más simbólico y artístico que este: la Rotonda de las personas ilustres, donde encontraremos las tumbas de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Jaime Nunó, Francisco González Bocanegra, Agustin Lara, Juan O’Gorman, Francisco Montes de Oca entre otras personalidades artísticas, políticas y hasta científicas. Algunas de ellas inclusive poseen diseños muy creativos. Es probablemente el más bello ejemplo de Arte funerario mexicano.
Mural del Cárcamo de dolores
Aunque fue pintado por el popular Diego Rivera, el mural titulado “El agua, el origen de la vida” no es precisamente la más famosa de sus obras. Ubicado en el Cárcamo de Dolores, en Chapultepec, este bello mural simboliza uno de los elementos, a la obviedad, más vitales para una ciudad: el agua. La historia en México sobre este elemento se encuentra plasmada en su totalidad en este, un túnel que en su momento fungió como el sistema hidráulico de la capital mexicana.
Casa del Árbol
Creada por el arquitecto Guillermo Siliceo, este es uno de los ejemplos orgánicos más hermosos de la arquitectura mexicana. La creatividad con la que se maneja el concepto de sustentabilidad en este complejo es tan simbólico que uno se cansa de admirar hasta el más pequeño detalle que a la brevedad notarás que es funcional. La Casa del Árbol es un complejo privado de 25 casas rodeadas por el bosque del Desierto de los Leones. En cada una de la casas se encuentran bellas alegorías al hinduismo y budismo, entre otros símbolos esotéricos que rescatan la trascendente filosofía de “todo es uno y uno es todo”.
Los mercados y los tianguis
Entrar a un mercado de cualquier barrio de la capital resulta una experiencia enriquecedor para los sentidos, al igual que un museo. Sus ingredientes están plagados de tanta cultura y tradición que, al menos para quien no acostumbra verlos, ir al mercado siempre resultará fascinante. De la misma forma se describen los tianguis –con fascinantes sus sonidos–, aunque con peculiaridad caos, y entre el disturbio callejero, nos muestran una pincelada de arte más: la inesperada simetría del collage de lonas.
El Zócalo capitalino y sus danzas prehispánicas
Probablemente no existe mayor ejemplo de arte prehispánico actual que las danzas de los concheros, los ritualistas que homenajean sus raíces en el Zócalo Capitalino, muy cerca dela Catedral Metropolitana, que antes fue el Templo Mayor. Durante estas danzas uno puede transportarse en el tiempo y sentir una inquietud extraña en el pecho, como si se tratara de un performance del que nuestro espíritu también es parte y lo reclama, reclama su derecho a retornar a su pasado.
Ciudad Universitaria
Recorrer CU, la máxima casa de estudios de la UNAM, es aprender a observar detalles. De hecho, algunos de sus más artísticos rincones están plagados de ellos, como lo es la Biblioteca Central y el exquisito mural de miles de piedras de color original realizado por Juan O’Gorman, o los abstractos senderos del espacio escultórico, un museo al aire libre. Alumnos, exalumnos y visitantes son bienvenidos a esta pequeña gran ciudad, uno de máximos ejemplos de arte capitalino que no debemos olvidar visitar de vez en cuando.
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