Hace 24 años una misteriosa aparición despertó el interés de los creyentes.
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Fue en 1997, cuando una súbita aparición provoco que miles de personas se movilizaran por la estación del Metro Hidalgo. Este evento ocurrió durante la época de lluvias, cuando un vendedor ambulante, de nombre Carlos Guevara, detectó en un pasillo de dicha estación el milagroso trazo de la figura de la Virgen, en las filtraciones de agua que se escurrían por los muros hasta el suelo.
Tras alertar a los vigilantes y demás empleados de la estación Hidalgo y ser tomado por un loco, las personas que pasaban por ahí se acercaron a observar la mancha de agua; incluso, más de uno trató de removerla, pero esta se volvía a formar una y otra vez. Al cabo de unas horas, el lugar se transformó en un improvisado destino de peregrinaje.
Actualmente la “Virgen del metro”, como se le conoce a esta imagen, ostenta un pequeño altar en el cual los fieles depositan velas, flores, monedas y otros obsequios. Se dice que surgió ahí en parte para cuidar de los más de 8 millones de pasajeros que utilizan a diario este transporte.
Si bien para muchos la devoción que surgió alrededor de esta “milagrosa” figura es motivo de burla, o en el mejor casos una simple manifestación más de pareidolia, vale la pena recordar que el culto gudalupano alrededor de la Virgen, quizá la creencia religiosa más poderosa en México, se originó a partir de la famosa aparición a Juan Diego en 1474. Esto tal vez explica el fervor que causó la mancha en la pared, pues a fin de cuentas es un suceso ya inscrito en la memoria devota del mexicano.
Así que si te genera curiosidad, morbo o en realidad te interesaría ir a rendirle algún tributo a la “Virgen del Metro”, basta con dirigirte a la estación Hidalgo (de las líneas 2 y 3), y preguntar a cualquiera por el altar. Ahí encontrarás la popular mancha que puede ser un milagro o puede ser tan sólo una impronta más de la cultura de México, la cual se debate entre el misticismo, el surrealismo y lo cotidiano.
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