De colegio a residencia, Casa Lamm hoy se erige como un fantástico centro cultural en el corazón de la Roma.
Entrado el siglo XX, la Ciudad de México estaba fraccionada en ocho cuarteles mayores y 32 cuarteles menores. Eran una especie de demarcaciones cuyo sistema político y administrativo venía del periodo virreinal. No obstante, este método de división resultó insuficiente cuando la población capitalina comenzó a proliferar. Por este motivo, surgieron las primeras compañías inmobiliarias de México.
Durante el porfiriato, se estipularon algunas normas para la admisión de nuevas colonias. Varios capitales nacionales y extranjeros tuvieron que hacer mancuerna con los funcionarios del gobierno, con el objetivo de otorgar el aval de proyectos residenciales. Fue así como la construcción de casonas quedó limitada a pocos inversionistas.
Para 1903, la Compañía de Terrenos de la Calzada de Chapultepec pudo fraccionar los terrenos del Potrero de la Romita, hoy conocida como la colonia Roma. Cabe mencionar, que dichos predios eran propiedad de la familia Lascurain, y estaban representados por Pedro Lascurain, Cassius C. Lamm, Edward Orrin, Gabriel Morton y Edward N. Brown.
La sociedad burguesa mexicana pronto se desplazó hacia estas incipientes zonas urbanas. A lo largo del Paseo de la Reforma y las colonias Juárez, Cuauhtémoc, Condesa y Roma se empezaron a erigir casonas que pretendían romper con la arquitectura virreinal que tanto había dominado durante los pasados siglos.
Se optó por un estilo influenciado en la alta sociedad europea, especialmente la francesa. La cantera, los jardines y la ostentosidad fueron algunos de los elementos que monopolizaron la estética de las casas porfirianas, que más bien eran una oda al viejo continente y la cultura que la envolvía.
Tal es el caso de Casa Lamm, uno de los edificios más representativos de la colonia Roma. Se trata de una construcción que data de 1911, y que destaca por la elegancia que derrama en cada rincón. Aspectos como los techos, las escalinatas, los marcos y hasta la distribución de habitaciones hablan del afán que se tenía por replicar cualquier cosa que remitiera a lo aristocrático. Verdaderamente se buscaba trazar un paisaje urbano similar a los suburbios de las ciudades europeas, con el tácito propósito de reiterar rango, sofisticación y grandilocuencia.
En un principio, el arquitecto Lewis Lamm concibió el inmueble como una casa-habitación, sin embargo, su familia nunca llegó a habitarla. Más bien optaron por rentar la casa a los maristas, quienes la acondicionaron para transformarla en el Colegio Francés Jalisco. Años después, el arquitecto solicitó a la orden el regreso de la casona por los conflictos que suscitó la Guerra Cristera.
Tras la muerte de Lewis Lamm en 1939, su viuda se ve en la necesidad de vender la casa. A $100,000 la compró la familia García Collantes, quien la usó hasta 1990. Es importante mencionar, que para esta fecha la casona se encontraba en precarias condiciones, por este motivo, en 1993 dieron comienzo los trabajos de restauración. Y pese a que conservó varios detalles de su semblante original, dejó atrás su rol residencial para convertirse en el Centro de Cultura Casa Lamm.
Aunado al rescate de este ícono de la arquitectura ecléctica y porfiriana, llegó también el cometido de crear un espacio plural para el estudio, la promoción de las artes, el intercambio de ideas y las expresiones artísticas. Entre sus muros, jardines y esculturas, se imparten cursos, talleres, diplomados, maestrías, licenciaturas y doctorados. Casa Lamm es sin duda un emblema arquitectónico, cultural y artístico, no solo de la colonia Roma sino de la Ciudad de México.
Casa Lamm
Dirección: Av. Álvaro Obregón 99, Roma Nte., 06700 Ciudad de México, CDMX Horario:
Teléfono: 01 55 5525 3938
Fotografías Nodo Cultura