Todo sobre la leyenda del Quinto Sol y su supuesto final.
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Los mitos son historias fabulosas, que por medio de la tradición oral y la narración, explican el curso de los actos de aquellos seres que desencadenaron fuerzas de la naturaleza, aspectos de la condición humana y hasta la creación del mundo; todo esto de manera simbólica.
Es sabido que las civilizaciones antiguas basaban su cosmovisión en mitos, como lo es el caso de la cultura mesoamericana. Distintos dioses eran venerados por grupos indígenas como los nahuas, toltecas, aztecas y teotihuacanos. Y es que eran las deidades las que, supuestamente, habían creado el mundo.
Al menos así lo cuenta la Leyenda de los Cinco Soles, una de las narraciones ancestrales más importantes de nuestros antepasados, que básicamente sostiene que han existido cinco grandes eras, cada una representada por un sol. En dichos periodos, existieron humanos que habitaron los parajes de la Tierra, hasta que una situación abrupta y apocalíptica los destruía para dar entrada a un nuevo sol.
Estos sucesos eran suscitados por una rivalidad entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, dos importantísimas deidades del mundo mesoamericano. La disputa consistía en crear y destruir soles (o mundos). Así que cuando un dios se esmeraba por fundar uno nuevo, el otro no dudaba en llegar para erradicarlo de forma sangrienta para poder desarrollar su propio mundo.
El primer sol fue Nahui-Océlotl, que quiere decir “sol de tierra”. Fue creado por Tezcatlipoca y duró 676 años, hasta que un buen día Quetzalcóatl arribó para interrumpir la paz y enviar jaguares que devoraron a todos los pobladores del mundo. Cuentan los códices, que al mismo tiempo, el cielo descendió hasta colapsar y dejar a la creación en total oscuridad.
El siguiente sol fue Nahui-Ehécatl, conocido también como “sol de viento”. Fue obra de Quetzalcóatl, y funcionó durante los mismos años que el sol anterior. Pero después Tezcatlipoca mandó vientos y torbellinos que arrasaron con la raza humana. Aquellos que sí pudieron resguardarse del fenómeno natural lo hicieron escalando los árboles. Sin embargo, terminaron por convertirse en monos.
El tercer sol fue creado por Tezcatlipoca. En Nahui-Quiahuitl, o el “sol de lluvia de fuego”, reinó la paz por 364 años, hasta que Quetzalcóatl regresó para atormentar a los habitantes del mundo con una lluvia de fuego. Esto lo hizo manifestándose como Tláloc, e hizo que los sobrevivientes se transformaran en pájaros.
Nahui-Atl, el cuarto sol, también conocido como “sol de agua”, corrió a cargo de Quetzalcóatl. Funcionó bajo el mandato de Chalchiuhtlicue y duró 312 años. No obstante, un diluvio intenso, provocado por Tezcatlipoca, inundó la Tierra. Las lluvias no cesaron por 52 años, y convirtieron a todos los hombres en peces.
Es importante aclarar, que los cuatro soles representan a los cuatro elementos: tierra, viento, fuego y agua. Es por esto, que el quinto fue una especie de unión mediante el movimiento. Nahui-Ollin es el nombre del mundo actual, y en náhuatl quiere decir “cuatro-movimiento”. Este sol, según la tradición nahua, se creó en Teotihuacán.
En este sitio se juntaron los dioses alrededor de una fogata, para establecer cómo iban a volver a crear un mundo. Quetzalcóatl, de la mano de Xólotl, fue quien creó la humanidad actual, otorgándole vida a los huesos de viejos muertos con su propia sangre, con el fin de darle movimiento al sol muerto.
Así es como vivimos en un mundo donde la Tierra gira alrededor del sol. Y según la cosmovisión mexica, éste está destinado a desaparecer por la fuerza de un gran movimiento, es decir, un catastrófico temblor. En dicho momento, aparecerán los seres malignos de los tzitzimime, con aspecto de esqueletos para asesinar a todos los humanos. Y así será el fin del mundo según nos cuentan las ideologías de nuestros antepasados indígenas…