Los directores de México siguen maravillando al mundo con su talento…
Ayer por la noche hubieron grandes noticias para la historia del cine en este país. El director tapatío, Guillermo del Toro se llevó a casa el preciado León de Oro en el Festival de Cine de Venecia por su largometraje La forma del agua.
Esta es la primera vez que un artista mexicano consigue un honor de esta naturaleza en un festival tan importante para el séptimo arte mundial. Asimismo, es el tercer reconocimiento internacional que del Toro recibe en su carrera. El primero lo obtuvo por su Ópera Prima Cronos en Cannes y el segundo en la categoría de guion en los Premio Goya de España.
En esta ocasión, el galardón llegó a las manos de Guillermo por una fábula maravillosa que desde que se presentó (en diversas salas de Italia) obtuvo gran respuesta entre el público que la vio. De hecho, el Director del Festival de Venecia, Alberto Barbera, confesó en una entrevista que La forma de agua es la mejor película del artista, nacido en Guadalajara, desde que hizo El laberinto del fauno.
Quizá por eso, cuando la reconocida actriz norteamericana Annette Bening, miembro del jurado, anunció al ganador del León de Oro de este año para pocos fue una sorpresa el resultado. Quizá por eso, tras escuchar su nombre y sonreír como pocas veces en su vida, un emotivo Guillermo del Todo dio para el mundo el discurso perfecto.
“Tengo 52 años, peso 130 kilos y he realizado 10 películas. Llega un momento en la vida de todo narrador en el decides arriesgarlo todo para hacer algo diferente, con este proyecto me pasó. Como mexicano, quiero decir que esta es la primera vez que alguien de mi país consigue este premio, por eso quiero dedicar este honor a cada director joven mexicano y latinoamericano que sueña con hacer algo en el género fantástico.”
La forma de agua es una cinta de ciencia ficción que cuenta la historia de un monstruo, oriundo del Amazonas, que es atrapado violentamente por unos cazadores y aislado en un laboratorio de Estados Unidos en los días de la Guerra Fría. En su encierro la criatura conoce a la conserje del lugar, una sordomuda, y se enamora de ella. Para los críticos que la vieron, la película además ser muy hermosa y contar con una estupenda fotografía, contiene un mensaje encubierto al gobierno de Trump, lo que la hace muy interesante y muy contemporánea.
Para realizar esta obra, del Toro tuvo fe ciega en el proyecto y empezó a desarrollarlo mucho antes de tener financiamiento. Mandó a hacer, con sus propios recursos, sus seres maravillosos y luego con la ayuda de un dibujante le dio vida un mundo que sólo era parte de su imaginación. Meses más tarde, en algún momento le vendió su idea a Fox, que sólo le puso una condición: “que no fuera en blanco y negro”, como él propio Guillermo lo tenía pensado.
El resto de la filmación es una historia que obtuvo final feliz, y que tiene que ver con un director mexicano tan creativo como enigmático, que sabe escuchar a su imaginación, sigue sus instintos y tiene el don de convertir la fantasía en cine y el cine en un sueño.