Los historiadores constatan que esta palma fue plantada a finales del siglo XIX.
Sin duda la calle más emblemática de la capital mexicana es el Paseo de la Reforma, una avenida que fue concebida por el emperador Maximiliano de Habsburgo hacia el siglo XIX. En aquella época, se le conocía como el Paseo de la Emperatriz, y su principal objetivo era crear un camino directo al entonces Palacio Imperial (hoy Palacio Nacional) desde el Castillo de Chapultepec (hogar de los emperadores).
A la par, se construyeron camellones maravillosos y jardines al estilo europeo para adornar el camino. No obstante, la obra no fue concluida durante el mandato del austriaco. Entre 1872 y 1876, con el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada, se le añadieron cuatro glorietas con flores endémicas.
Imagen: La Ciudad de México en el tiempo.
Pero el estilo Campo Elíseos que protagonizó la majestuosa calle fue idea de Porfirio Díaz, en el marco de sus iniciativas para engalanar y afrancesar la urbe. En esta época, se colocaron monumentos como el de Cuauhtémoc, Cristóbal Colón y el icónico Ángel de la Independencia. Pero al recorrer este camino, ya sea en coche, bicicleta o a pie, destaca una glorieta en especial, al no ser monumento o alusión a ningún hito nacional: la mítica palma.
Lo que sí puede aseverarse, es que la palma tiene casi 100 años de edad, ya que la primera foto donde aparece data de 1920. En dicha imagen, esta planta es muy pequeña, lo que ha hecho a algunos investigadores deducir que fue sembrada a finales del siglo XIX, de cuando datan los proyectos que pretendían embellecer el Paseo de la Reforma.
Y cabe mencionar, que lo cierto es que esta glorieta es la única que existe justo como fue planeada. Es decir, que varias han recibido a diferentes monumentos, menos esta. Pero hay quienes pelean que la glorieta debe ser removida, porque no es un árbol mexicano. También hay varios ecologistas que desean llevarla a CU para cuidarla y que no se deteriore, sin embargo, esta idea no ha logrado llevarse a cabo.
La realidad es que la palma forma ya parte de la ciudad, y es el misterio que la envuelve lo que la hace más especial. Los coches que le dan la vuelta día con día son testigo de una planta que ha sobrevivido décadas, sismos y contaminación. Se desconoce cuántos años más quedará parada ahí, presenciando el ajetreo citadino que caracteriza a esta avenida y funcionando como punto de encuentro para quienes dicen “nos vemos en la Glorieta de la Palma”.
Imagen: El Universal.
Imagen principal: Proceso.