Al arte de conocer la ciudad con lo mejor de la tecnología…
Desde tiempos inmemorables, el Castillo de Chapultepec ha sido un lugar sagrado. Fue en algún punto una montaña, llena de manantiales y ahuehuetes, que encantó a Moctezuma. Un majestuoso cerro, que vigilaba la ciudad desde las alturas y observó años más tarde, en silencio, la llegada de los españoles a Tenochtitlán.
En 1785 este espacio, de pronto, se volvió en la sede del único palacio monárquico de América Latina y se convirtió en el Castillo de Chapultepec un paraíso arquitectónico lleno de jardines, laderas y piedras prehispánicas, coloniales e imperiales. En la Colonia este lugar albergó a los virreyes más purulentos de la Nueva España y luego, durante el México independiente, se transformó en Colegio Militar y vio desvanecerse en su piso a los “niños héroes.”
El palacio del Bosque de Chapultepec fue también la única casa que tuvieron los trágicos emperadores europeos del Segundo Imperio. Sus espejos bañados en oro atestiguaron la llegada de Fernando José Maximiliano con su mirada desafiante y sus barbas rubias y abundantes y observaron de primera mano cómo la lucidez de Carlota se desvanecía poco a poco.
Cuando el breve lapso monárquico terminó, el recinto se convirtió en la residencia de los presidentes. Por sus cuartos pasaron desde Porfirio Díaz hasta el autoritario Plutarco Elías Calles. Luego, a finales de los años treinta, Lázaro Cárdenas decidió transformarlo en un Museo Nacional de Historia, y así se ha quedado hasta nuestros días como un lugar en el que descansan los grandes momentos de nuestro país, incluso la silla en la que alguna vez se sentó Zapata.
Porque ya viene el 16 de septiembre, y para regalarles unos segundos de tranquilidad contemplando desde el cielo la a veces majestuosa Ciudad de México, aquí les compartimos un video hecho por drone de la empresa Postandfly, que une demanera poética la tecnología de una cámara voladora y la belleza atemporal e inadvertida del Castillo de Chapultepec. Felices viajes por nuestras alturas.