Vicente Leñero fue guionista, periodista, dramaturgo y hasta ingeniero…
Vicente Leñero nació en Guadalajara, Jalisco, un 9 de junio de 1933. Optó por la carrera de ingeniería civil en la Universidad Autónoma Nacional de México, sin embargo, su amor por las letras lo encaminó hacia el periodismo en la Escuela Carlos Septién García. Obras como Los albañiles, El garabato, El evangelio Lucas Gavilán, Asesinato y La vida que se va resuenan entre los empedernidos de la literatura mexicana.
Leñero fue acreedor a reconocimientos como el Premio Biblioteca Breve, el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México. Asimismo, fue elegido en 2010 para ser el cuarto ocupante de la silla XXVIII, cuya posición tomó un año más tarde.
Su estilo está fraguado por los principios del periodismo, pero con esa lírica que cualquier amante de las letras agradece. Con enunciados acompasados, temáticas asequibles y narrativa sutil, Vicente Leñero se posiciona como uno de los escritores más queridos y frecuentados de los mexicanos. Falleció en 2014, convirtiéndose en una figura ejemplar para aspirantes literatos que buscan contar historias de manera natural. Aquí algunas de sus más cautivadoras frases:
“La dramaturgia es perdurable. El teatro es efímero”.
“La realidad le hace a uno escribir historias más interesantes de lo que uno se puede imaginar”.
“Todos los escritores lo que hacemos al escribir novelas es reinventar y contar nuestra propia vida, para eso inventamos personajes. La realidad le sirve a uno para decir lo que uno siente”.
El periodista no está llamado a resolver las crisis, está llamado a decirlas”.
“No me gusta que las historias se acaben, ni en el cine, ni en la literatura, ni en la vida. Siempre tiene que haber más posibilidades, más caminos, más respuestas.”
“Hasta no ser el jefe puede saber un jefe si carece o tiene aptitudes de jefe”.
“La ironía es la mejor arma que poseen el periodista y el escritor”.
“Amor de ese, de joven, que se contenta con la pura ilusión y que se va haciendo grande con la ausencia”.
“La piel no conserva huellas, ni los labios; las caricias se desvanecen apenas las ropas vuelven a cubrir el cuerpo y apenas la noche sopla contra el rostro complacido”.
“El periodismo y la literatura han sido mis fuerzas purificadoras. Camus tiene una frase lapidaria: ‘Cuando se acaba el misterio, se acaba la vida’. Yo la tomo como una advertencia personal”.
“Reconozco que lo mejor de mí no es la imaginación. No se me ocurren historias originales”.
“Comencé a estudiar periodismo porque pensé que ahí me enseñarían a escribir, me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor; aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito”.
“Yo en algún tiempo quería escribir mis guiones para encontrar un director, pero todos los directores, o casi todos los directores en México y en el mundo tienen su propia historia”.