“No me asusta el peligro, pero sí su consecuencia ultima: el terror” Edgar Allan Poe.
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El terror (pese a ser un sentimiento negativo) resulta sumamente atractivo para los vivos, sobre todo cuando lo percibimos en forma de ficción. Quizá por eso, una de las disciplinas artísticas que más se ha servido del horror es la literatura, en particular los cuentos.
Relatos breves protagonizados por las velas prendidas en la madrugada, por panteones vacíos, por castillos desolados, iluminados sólo por la luna. Y por los muertos. Esos seres que se fueron, de los que queda sólo un cuerpo descomponiéndose y quizá su alma atormentada cazando vivos.
Este temor del más allá es interesante. Aunque es perfectamente normal tenerle miedo a la muerte, espantarse del cuerpo de un difunto es incompresible porque los cadáveres han demostrado ser inofensivos. En este recoveco irracional (que tienen todos los humanos) la literatura ha puesto su casa y se ha dado a la tarea de ponerle palabras a los temores más absurdos de los vivos. Vocablos mordaces que los artistas usan para trazar ese sinuoso límite que hay entre nosotros y ellos, los que ya no están aquí.
Como prueba de los anterior y para empezar la celebración del Día de Muertos, hemos seleccionado cinco relatos (escritos por algunos de los mejores autores mexicanos) cuyas tramas, a la vez siniestras y originales, nos muestran las distintas caras que tiene la literatura de horror en nuestro país.
El huésped
Ámparo Dávila
Una escritora mexicana que nació en los años 20, cuyos cuentos tienen el don de ponerle palabras al terror, a la muerte y a la locura. Sus inquietantes relatos tienen un particular estilo de escritura y una serie de personajes que padecen severos trastornos mentales y transitan en una sociedad indiferente al dolor.
“No pude reprimir un grito de horror, cuando lo vi por primera vez. Era lúgubre, siniestro. Con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas.Mi vida desdichada se convirtió en un infierno. La misma noche de su llegada supliqué a mi marido que no me condenara a la tortura de su compañía. No podía resistirlo; me inspiraba desconfianza y horror. “Es completamente inofensivo” —dijo mi marido mirándome con marcada indiferencia. “Te acostumbrarás a su compañía y, si no lo consigues…“ No hubo manera de convencerlo de que se lo llevara. Se quedó en nuestra casa.No fui la única en sufrir con su presencia. Todos los de la casa —mis niños, la mujer que me ayudaba en los quehaceres, su hijito— sentíamos pavor de él. Sólo mi marido gozaba teniéndolo allí.”
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La vida secreta de los insectos
Bernardo Esquinca
Si lo que se busca es una mirada distinta acerca del terror y sus profundidades, Bernardo Esquina es el autor perfecto. Un escritor (experto en atmósferas) que para contar sus historias se vale de todas las rarezas que acompañan al humano en su vida: los insectos, la locura, la muerte y la nota roja. Para muchos sus novela y cuentos son un gran referente de la confusa Generación X.
“Soy entomólogo forense. Me dedico a estudiar los insectos que invaden cadáveres y que proporcionan pistas para atrapar asesinos. A los bichos les gusta dejar sus huevos en el rostro, los ojos o la nariz de las víctimas. La clave es relacionar los ciclos biológicos de los insectos con las etapas de descomposición del cuerpo, lo que permite aproximarse al momento en que ocurrió la muerte. Funcionan, en pocas palabras, como un reloj. Incluso se puede determinar si el cadáver fue trasladado de un lugar a otro. A los insectos también les gusta alimentarse de la carne putrefacta.”
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La noche del féretro
Francisco Tario
Tario no era un hombre común. Era (según los que lo conocieron) un tipo retraído que pasaba los días observando su entorno. Encontrándole sus incongruencias a la vida. Quizá por eso, a pesar de ser una de las mejores plumas que ha tenido nuestro país murió siendo un desconocido en España, sin toda la fama que se merecía. Afortunadamente, dejó tras él un centenar de historias en las que está retratada su manera particular de entender el tiempo.
“¡Ah, esas tumbas de tierra, enlodadas y frías, llenas de mil clases de bicharracos glotones que trepan por nuestras espaldas y nos van destruyendo lentamente! ¡Esas tumbas ignominiosas y endebles, en cuya superficie no hay flores ni hierba, y sobre las cuales chapotea la lluvia sin piedad alguna! ¡Esas tumbas tan pobres, tan solas, encaramadas allá sobre cualquier montaña o sumergidas en el corazón de un abismo!”
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Historia de Mariquita
Guadalupe Dueñas
Pita (como le decían) fue una escritora a la que los espíritus parecían contarle sus secretos. Una autora que con sus palabras intentó dibujar de colores la oscuridad y hacerla a su manera. Gracias a su humor incisivo, a su mirada siniestra y a su prosa rara, esta mujer no sólo conquistó su tiempo sino que se volvió inmortal.
“Mariquita nació primero; fue nuestra hermana mayor…Yo la conocí cuando llevaba diez años en el agua y me dio mucho trabajo averiguar su historia. Su pasado es corto, y muy triste: Llegó una mañana con el pulso trémulo y antes de tiempo. Como nadie la esperaba, la cuna estaba fría y hubo que calentarla con botellas calientes; trajeron mantas y cuidaron que la pieza estuviera bien cerrada. Isabel, la que iba a ser su madrina en el bautizo, la vio como una almendra descolorida sobre el tul de sus almohadas. La sintió tan desvalida en aquél cañón de vidrios que sólo por ternura se la escondió en los brazos. Le pronosticó rizos rubios y ojos más azules que la flor del helitropo. Pero la niña era tan sensible y delicada que empezó a morir.”
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Tú sabes quién eres
Alberto Chimal
Un escritor nacido en los años 60 que ha demostrado ser un experto en el microrrelato. Su estilo literario es irreverente y excéntrico. Ambos elementos lo convierten en un artista único capaz de describir con palabras el fin del mundo.
“Le decía a Sonia, pues, cosas como “Te estoy observando. Tú sabes quién eres”, o bien “Me encantan tus blusas de colores. Tú sabes quién eres”. Al mencionarla a ella directamente, lo que se hace de maneras distintas según la red social que se utilice…, esto seguro que sí lo sabes…, me aseguraba de que ella viera todo lo que quería decirle…La intención de ese primer momento de mi aproximación no era que se acostumbrara a mí ni nada parecido: no funciona de ese modo. “
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