Copal, el aroma del Día de Muertos

El copal, un incienso para purificar el alma y hacer visibles los vientos

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Las ofrendas del Día de Muertos tienen muchas virtudes. Son una metáfora del fin y del principio de la vida. Una manera de enfrentar el olvido y hacer que las personas se hagan inmortales. Pero además, son (secretamente) un homenaje a los sentidos.

Están hechas para los muertos vean los colores del papel picado y contemplen la tenue luz de las velas. Para que prueben el mole y recuerden el poder inconmensurable de la comida soberbia. Para que los difuntos oigan en una vieja grabadora aquella canción que en la vida despertaba sus emociones. Que sientan la capa tersa de los caminos de cempaxúchitl y  para que huelan los perfumados destellos del copal.

copal

El copal es un árbol con resina vegetal que se obtiene de un árbol de tronco brillante. Forma parte de la familia de las Burceras; una especie vegetal que crece, sobre todo en México. Aquí viven el 80% de los ejemplares que hay en el mundo. Aquí se pueden encontrar al menos 120 especies distintas de este arbusto. Por lo anterior muchos expertos sugieren que este tipo de árbol es endémico de nuestro país.

Los copales crecen en las regiones áridas de Oaxaca y Chiapas.  Son tan importantes para la población que tienen un apodo distinto según la región en la que estén. En algunos pueblos son vírgenes, en otros blancos y en unos municipios son negros.

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El método de extracción de este tipo de resina consiste en hacer una serie de cortes en forma de “V” en la corteza del árbol hasta que salga un líquido denso. Luego que se recolecta este elixir mágico, se pone en un recipiente de barro y posteriormente se quema y se espera a que sus perfumes (llenos de campo y tierra) deambulen en las fosas nasales.

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Desde hace miles de años las civilizaciones más antiguas han empleado este olor para acompañar ceremonias ancestrales. Los mexicas, por ejemplo, pensaban que el copal traía abundancia y era perfecto para limpiar los espíritus nocivos que estaban de un espacio. Según ellos este aroma los conectaba con el infinito y los ayudaba a emprender un viaje introspectivo necesario para conectarse con sus deidades.

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Cabe destacar que este incienso no sólo era usado para hacer rituales de limpieza. También se ponía en las cuantiosas ofrendas que se hacían. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses. Lo ponían en los altares para que purificara el aire y tal vez le mostrara el camino de regreso a casa a los muertos.

Actualmente el copal es una de las mejores cosas de México. Su olor todavía despierta sensaciones en el que lo huele. Su humo pausado y ordenado aún seduce las pupilas de los mexicanos. Se sigue poniendo en las ofrendas más tradicionales y tal vez, de tanto en tanto guía a algunas almas a casa.

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