Hay construcciones que son máquinas del tiempo.
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La Ciudad de México es una de las más grandes, complejas y bellas del mundo. Basta recorrer sus distintos barrios, atestiguar la
ecléctica arquitectura que hay cada uno para comprender la magnificencia que hay en esta urbe. Un lugar en el que coexisten en una misma colonia distintas épocas y maneras de construir.
Entre todos los estilos que habitan las arterias de nuestra metrópoli, hay uno en particular que llegó al país durante el periodo virreinal:
el barroco. Un movimiento arquitectónico
exuberante, lleno de elementos simbólicos (casi todos salidos del cristianismo) que en su momento inspiró ostentosas edificaciones que a pesar del tiempo y la urbanización desmedida sobreviven dignamente en la CDMX.
Aunque el barroco nació en Italia en el siglo XVI, l
legó a México a principios del XVII debido a que en esas fechas se había puesto de moda en España. Las primeras construcciones que se erigieron en la Ciudad de México con este estilo
fueron en su mayoría templos religiosos en los que la noción estética estaba plenamente relacionada con la luz y la oscuridad o el cielo y el infierno.
Hay que destacar que las iglesias y demás lugares barrocos que se hicieron en capital fueron mucho más que una mera copia de las edificaciones europeas. De hecho, los artistas que diseñaron estos monumentos arquitectónicos (hechos con tezontle rojo ),
usaron la enorme influencia prehispánica que había en cada rincón de la antigua Tenochtitlán.
A propósito de esto, y para el deleite de todos los entusiastas de las joyas novohispanas y de la arquitectura en general, aquí les proponemos
un recorrido por los edificios barrocos más emblemáticos e importantes de la CDMX.
El Antiguo Palacio del Arzobispado
En el corazón de la hermosa Calle Moneda.
Este palacio se construyó en 1530 cuando Fray Juan Zamarraga decidiera edificar en este sitio el
Obispado de México. Aunque al principio el edificio era modesto, con el paso de los años se fue expandiendo y adquiriendo distintos estilos arquitectónicos, de hecho,
alcanzó sus dimensiones y majestuosidad hasta el siglo XVIII. Quizá el elemento más barroco que tiene son las cuatro sólidas columnas toscanas de cantera que se levantan en su fachada.
El Templo de la Enseñanza
El barroco mexicano en todo su esplendor.
Hecha por el importantísimo arquitecto mexicano: Francisco de Guerrero y Torres, esta iglesia, encomendada a la Virgen del Pilar, es sin duda una de las más bellas de la capital mexicana. Basta pararse frente a su fachada (un portento del barroco) para atestiguar
laboriosas historias de piedra desperdigadas en los muros. Asimismo, el interior de la capilla es igual de asombroso. Altares de oro atravesados por la luz y paredes plagadas de figuras talladas que parecen reales.
Palacio de los Condes de San Mateo Valparaiso
Un paraíso en pleno Centro Histórico.
En la esquina de Venustiano Carranza e Isabel la Católica se encuentra un maravilloso palacio (hecho de tezontle) en el que sobresale
una misteriosa torre en la que está tallada la Virgen de Guadalupe. La historia de este lugar se remonta al siglo XVI, se dice que el primer dueño del predio fue uno de los pilotos del barco en el que vino Cortés.
Este edificio –
construido en 1769 – es realmente maravilloso. Todos sus detalles son pequeñas obras de arte; desde el
portón de roble de la entrada, el escudo de piedra cargado por ángeles en la parte superior, hasta el barandal adornado que delimita la azotea, todo aquí es magnífico.
El Antiguo Colegio de San Idelfonso
De las entrañas de la Nueva España, al siglo XXI
Los jesuitas llegaron a la Nueva España en el siglo XVI, un poco más tarde que otras órdenes religiosas, quizá por eso no les tocó instalarse en la Plaza Mayor, y se tuvieron que quedar con algunos predios ubicados en el oriente. Entre todos los edificios que levantaron, había un internado para que los maestros de las distintas escuelas que abrieron, vivieran, fue así como se hizo el
Colegio de San Idelfonso.
Esta construcción es a la vez sobria y exuberante. Ladrillos de tezontle,
pilastras de cantera, marcos en las ventanas. En lo alto, tiene un detalle decorativo especial;
un releve de mármol que muestra a la virgen dándole un manto a San Idelfonso.
Templo de La Profesa
Una iglesia cuyo nombre oficial es el
Oratorio de San Felipe Neri.
Fueron los jesuitas los que se encargaron de mandar construir esta estructura, cuyo estilo responde al católico barroco del siglo XVIII que tanto protagonizaba otras fachadas de la Nueva España.
Cabe mencionar, que en un principio se trataba de un conjunto arquitectónico popularmente conocido como La Profesa, donde residían varios sacerdotes jesuitas. El templo que los transeúntes pueden admirar actualmente consta de tres naves y fue diseñado por Pedro de Arrieta, entre 1714 y 1720. Cuentan las crónicas que la parroquia fue financiada por el marqués Villapuente de la Peña y su esposa, la marquesa de las Torres de Rada.