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Los delirantes días de Luis Buñuel en la Ciudad de México

“Buñuel no se formó en los surrealistas, el surrealismo se formó en él”

 

Luis Buñuel nació con el siglo XX, exactamente un 22 de febrero de 1900 en Calandra; una pequeña Villa en España. Desde sus primeros días, el genio tenía un espíritu inquieto, quería ser poeta y cuando tuvo la edad se fue a una sofisticada residencia de artistas en Madrid donde se hizo amigo de Lorca y Dalí.

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En 1921, este joven desafiante vio una película del expresionista alemán Fritz Lang y ahí en medio de una sala oscura, con los reflejos blanco y negro de la cinta pasándole por el rostro, Luis Buñuel descubrió que lo que realmente quería hacer era capturar imágenes en movimiento. Entonces Luis se fue a Francia y dirigió (con dinero de su mamá) su primera obra: Un perro Andaluz; un cortometraje en el que convergen sus sueños y los de Salvador Dalí.

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Su carrera continuó con varios largometrajes. Y aunque sus extrañas películas se estaban haciendo famosas por Europa, cuando la Guerra Civil irrumpió en España no le quedó más remedio que –como otros republicanos– subirse a un barco y exiliarse en América. Primero pasó una temporada en Estados Unidos, pero se tuvo que ir cuando Dalí lo acusó públicamente de comunista.

Entonces llegó a México, inicialmente se iba a quedar tres o cuatro días, pero la propuesta de un productor argentino de dirigir una cinta titulada Gran Casino le pareció lo suficiente atractiva para quedarse. Fue así como de un día para otro el artista reorganizó su vida y decidió vivir en este país y hacer películas comerciales para poder darle de comer a su familia.

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Desafortunadamente su primera película fracasó rotundamente. Durante los siguientes tres años, Luis Buñuel vivió en la Ciudad de México sin trabajo. Recibía dinero mensual de su mamá y buscaba de lunes a domingo que le abrieran puertas. Para muchos biógrafos este momento fue muy importante para su vida porque gracias a sus primeros años aquí se formó como cineasta.

Su suerte cambió cuando dirigió El gran calavera un éxito en taquilla. La fama de esta cinta le permitió años más tarde al fin hacer su obra maestra: Los Olvidados; un proyecto personal que nació de las visitas que Buñuel realizó al Tribunal para Menores que estaba en la CDMX. Para realizarla, el español se internó 21 días en los barrios más populares de la capital. Usó la Colonia Doctores y la Roma Norte como dos de sus grandes locaciones.   

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Cuando se estrenó, Los Olvidados hirió muchas susceptibilidades conservadoras, pero tras ganarse la Palma de Oro en Cannes, se volvió importantísima y le abrió muchas puertas a Buñuel. Debido al prestigio que ganó el director tuvo absoluta libertad para filmar una veintena de películas en el país tal como él quería, para muchos, las mejores de su carrera. Hay que destacar que cada cinta es un eco maravilloso de la Ciudad de México de mediados del siglo XX. De la poesía de sus calles, de sus templos y de su gente.

Escogió, por ejemplo, una ostentosa mansión blanca de Polanco, ubicada en Homero, para filmar el Ángel Exterminador. Usó las viejas casonas de San Ángel para hacer tragedias sociales como Él o Una mujer sin amor. Además, grabó algunas escenas en el misterioso campanario de la Catedral Metropolitana y se fue a la Plaza de Coyoacán para capturar la fachada de la iglesia San Juan Bautista.

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Fue en la Ciudad de México donde conoció a Marilyn Monroe. En esta metrópoli puso su casa en la Colonia del Valle, donde resguardó tan celosamente su intimidad. En este lugar se formó como director.  Fue aquí donde pasó sus últimos días jugando cartas con sus amigos hasta que una noche del 29 de julio de 1883 murió. Ese día en el corazón de la Benito Juárez, murió un humano inteligente, imaginativo que amaba el humor negro y–­ nació una leyenda.

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