La siguiente lista perfila como una breve colección de preciosos lugares que no podemos dejar de creer que existen en nuestro contexto.
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En casi cualquier rincón de la capital mexicana se observan, muy pronunciados, incontables elementos de nuestra cultura profunda. Se miran colores, efigies sagradas y rituales cotidianos al ritmo del caos; un arcoiris de sabores y olores pigmentado en cada vistoso platillo de tradición, la bella rareza de lo europeo y lo prehispánico cohabitando la ciudad (la decadencia de una era y el inicio de otra). Cada ingrediente cósmico de nuestra Ciudad de México es necesario para engendrar los más exóticos escenarios por los que esta capital ha sido, para muchos, una ciudad de sincretismos.
Recordar alguno de los elementos señalados es recordar la CDMX. Sin embargo, poco sabemos de aquellos espacios que figuran como portales hacía otros destinos turísticos. Básicamente, lugares destinados a fracasar en lo urbano para dar paso a la victoria de lo esencial: la belleza natural. Ya sean erigidos por el mexicano, ideados por el foráneo que extraña su territorio pero quiere quedarse en México; parajes de la naturaleza mexicana o los destinados al disfrute de la contemplación. La siguiente lista expone solo unos cuantos preciosos lugares de la Ciudad de México que difícilmente se imaginan cohabitando en un contexto mexicano, más sin embargo lo hacen, en la dichosa diversidad de contextos que ostenta la CDMX:
Un parque laberinto
Existen muchos parques, bosques y áreas verdes destinadas a actividades recreativas y culturales en la capital, pero ninguno como el bellísimo Parque Ejidal San Nicolás Totolapan, o como hemos decidido llamarle: el bosque laberinto. Este es uno de los parques más extensos del Ajusco, recorrerlo en su totalidad e para verdaderos amantes de la naturaleza. Es tan grande que incluso un domingo puedes encontrar sosiego, pues los visitantes se dispersan por todas sus diferentes áreas recreativas (contrario a lo que ocurre en lugares como La Marquesa, por ejemplo). En su laberíntico camino puedes encontrarte con espacios para hacer picnics o asados, juegos para los niños, tirolesa, un sembradío de pinos, cabañas, un río y mucho bosque solitario. El recorrido finaliza en el área de truchas, donde puedes pescarlas y también disfrutar de otro tipo de alimentos.
Un “Alcázar” clásico
El más popular de todos los jardines capitalinos y a todas luces el más hermoso. Un lugar por el que simplemente vale la pena recorrer el bosque de Chapultepec y subir al castillo. Diseñado muy a la iglesia, con sus toques de la antigua Roma, este bello lugar aguarda al espectador dos opciones: por un lado, admirar y recorrer sus bellos caminos bicolor, alrededor de todos esos motivos florales que enaltecen la entrada al castillo y, por otro, la petrificante vista de toda la Ciudad de México que posee.
El Quetzalcoatl de piedra
El camino laberíntico de la serpiente, una obra de arquitectura orgánica, se encuentra inmerso dentro del fantástico “Nido de Quetzalcoatl”, una obra de Javier Senosiain. Se trata de un espacio destinado a la imaginación y los sueños de memoria. Y con memoria hablamos de aquellos recuerdos prehispánicos que se conjuran en casa elemento de esta construcción, que además es sustentable en toda su extensión.
Una iglesia gótica
¿Quién hubiese pensado que en tierra de nativos americanos abrían de nacer del suelo preciosos ejemplos de arte gótico? Pues así es, y para nuestra fortuna aún podemos admirar varios de ellos dentro de la CDMX. El más destacado sin duda debe de ser este, el Templo del Divino Rostro. Ubicado en el hermoso barrio de Santa Julia, se trata de una iglesia con admirable fachada e interiores; una iglesia construida a base de elementos populares en el arte gótico y neogótico, como son los arcos ojivales, vitrales multicolores y torres puntiagudas. En su interior se hayan bóvedas nevadas, con un arco ojival enmarcado por dos arcos menores que conforman el altar principal.
Un bosque con música
Situado en las entrañas del Bosque de Chapultepec, este bello espacio destina sus tiempos al deleite de la música y la naturaleza, especialmente de la música clásica. El Audiorama Chapultepec está diseñado para aquél que desea descansar o alejarse de la ciudad y la cotidianidad un rato.
Callejones que simulan ríos petrificados
Quien ha visito Chimalistac sabe que sus ríos petrificados son en realidad callejones, bellos y silenciosos callejones destinados al disfrute del paisaje, que casi es como un museo. El paraíso perdido que es Chimalistac posee tantos elementos arquitectónicos antiguos que el INAH le ha considerado patrimonio tangible e intangible por diversos motivos y en numerosas ocasiones.
Cascadas a mitad de ciudad
¿Quién imaginaria que en pleno siglo XXI, en una ciudad tan polifacética y moderna como la Ciudad de México, aún encontraríamos bellas cascadas? La delegación Magdalena Contreras provee a los capitalinos de estos fontanales naturales, que por cierto provienen del único río vivo (o más bien limpio) de la capital.
Un campanario medieval
El campanario más popular de la ciudad, el de la Catedral Metropolitana, posee un total de 30 campanas, cada una con un nombre. La más grande se llama Santa María de Guadalupe y fue fundida en 1791. La más antigua se llama Santa María de la Asunción y fue fundida en 1578. Estas pueden ser visitadas bajo recorridos guiados que empiezan al pie de las torres, hasta subir al campanario. Ya arriba tiene un museo con algunas fotos antiguas de la catedral y una vista inédita hacia la plancha del zócalo Capitalino. Se trata de un verdadero museo de tintes medievales que nos recuerda eras en las que jamás estuvimos.
El árbol más bello de todos: el ahuehuete
Tal vez no exista árbol más mexicano que el Ahuehuete. El Taxodium mucromatum, es una especie que vale la pena detenerse a admirar cada vez que nos encontramos con uno. Aunque no es el más antiguo de la capital, el Árbol de la Noche Triste es ese ahuehuete que no podemos olvidar visitar, ya que se trata de uno de los símbolos de victoria mexicana más importantes de la historia (vale la pena arriesgarse, más importante incluso que la Independencia de México). Se dice que bajo la sombra de este viejo árbol muerto Hernán Cortés lloró su derrota concertada por los mexicas en 1520.
*Imágenes: 1) www.itesm.mx; 2) Jaen Madrid; 3) Expedia.mx; 4) Javier Senosiain; 7) edgurrola – Instagram; 8) Karina Flores – Flickr; 10) diariodigitaldemichoacan.com
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