Estos sitios representan la riqueza cultural y ancestral que todavía yace alrededor de la ciudad.
Para la Organización Mundial de la Salud, la medicina tradicional se define como la suma total de habilidades, prácticas y conocimientos basados en teorías, creencias y experiencias de diferentes culturas, sean o no explicables, y usados en el mantenimiento de la salud, así como en la prevención, diagnosis o tratamiento de las enfermedades físicas o mentales.
Esta práctica no está integrada en el sistema sanitario principal, sin embargo, se utiliza como medicina complementaria, pues abarca una variedad vasta de terapias que datan de épocas milenarias.
Lo cierto es que ha contribuido significativamente a la salud humana, principalmente porque aquellos que la emplean fungen como proveedores de atención primaria a nivel comunidad. Y aunque ha existido hace miles de años en civilizaciones antiquísimas del mundo, desde la década de los 90, su uso ha renacido en varios países.
Tal es el caso de México, un país rico en cultura y sobre todo, en tradiciones. Si algo destaca de nuestras costumbres, es que son ancestrales. Desde la gastronomía hasta la medicina, rastros prehispánicos permean nuestra identidad. Por este motivo, en la primera Constitución de la Ciudad de México, quedó estipulada la difusión del trabajo que llevan a cabo las personas que practican la medicina tradicional, con el propósito de proteger sus derechos.
Y es que alrededor de 14 de las 16 delegaciones, se erigen decenas de Casas de Medicina Tradicional, que varios capitalinos visitan para recibir tratamiento alternativo a la medicina alópata.
Una de las prácticas que se realizan en estos espacios es la de los temazcales, una palabra que viene del náhuatl temazcalli, que significa “casa donde se suda”. Se trata de un baño de vapor que los indígenas tomaban para desintoxicarse a través de la transpiración e infusiones de hierbas. En la ciudad hay medicinales, recreativos y ceremoniales.
A propósito de las hierbas, las casas también cuentan con mucha herbolaria mexicana, como el árnica, que sirve como analgésico, desinflamatorio de heridas superficiales, golpes e infecciones cutáneas; la espinosilla, que ayuda al dolor de estómago, indigestión, fiebre y pelo graso; el estafiate, como remedio contra la gastritis, diarrea y bronquitis; el toronjil morado, para enfermedades nerviosas y padecimientos gástricos; y la valeriana, contra los nervios, dolor de pecho, reumas y heridas.
Cabe mencionar, que las personas encargadas de estos lugares cuentan con una constancia que los certifica para atender y ofrecer servicios a quienes lo pidan. Así que siéntete seguro de visitar alguna de las Casas de Medicina Tradicional la próxima vez que quieras probar opciones alternas, ancestrales y mexicanas cuando tengas algún malestar. Ingresa aquí para ubicar todas las que existen en la urbe.
