De cómo Santa Anna ordenó que su extremidad fuera paseada por las calles de la ciudad.
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Antonio López de Santa Anna fue un político y militar mexicano nacido en 1795 y fallecido en 1877. Fue presidente de nuestro país en once ocasiones, algunas veces llevando la bandera liberal y otras estando al lado de los conservadores. En 1838, se luchó la batalla contra el ejército francés en Veracruz, donde sufrió la amputación de su pierna izquierda a causa del fuego de la artillería. Esta batalla se conoce popularmente con el nombre de “La Guerra de los Pasteles”. Después de este trágico evento, Santa Anna montó un espectáculo que hizo muy popular su pierna y su nombre. Ordenó que la extremidad recibiera cristiana sepultura con honores militares. Primero fue sepultada en un jardín de Manga de Clavo, hacienda predilecta del presidente en el estado de Veracruz. Años después la extremidad sería exhumada y trasladada a la Ciudad de México donde se le haría un nuevo entierro con honores el 27 de septiembre de 1842 en el cementerio de Santa Paula, en lo que hoy es Paseo de la Reforma Norte, en medio de un gran desfile militar y político. Al llegar a la ciudad la pierna fue paseada en una vitrina por todas las calles, lo que significaba para Santa Anna, en su mente, una entrega total a su patria. Algunas personas realmente así lo vivieron, pero sus opositores no titubearon al ponerle apodos como “el quinceuñas” (aunque en realidad eran 14 porque en Veracruz perdió también un dedo de la mano derecha). En 1844 durante una rebelión contra el dictador, la pierna fue sacada de su sepulcro y arrastrada por las calles de la ciudad. Desde ese entonces el paradero de su pierna se desconoce. Las peripecias de su extremidad no acabarían con la amputación y entierro, ya que en 1847, durante la Batalla de Cerro Gordo, Santa Anna perdió también la prótesis de su pierna. Esta prótesis es exhibida hoy en día en el Museo Estatal Militar de Illinois.
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