Algunas personas creen que cada ciudad tiene su género, ¿cuál es el de la Ciudad de México?
Hace más de 25 años, la fabulosa novelista inglesa Angela Carter escribió en uno de sus ensayos contenido en Expletives Deleted: Selected Writings (1992): “Las ciudades tienen un género: Londres es un hombre, París es una mujer, y Nueva York es un transexual bien adaptado”. Esta observación, que no carece de ironía y un magnífico sentido del humor, plantea una idea ciertamente interesante, que los lugares, su esencia y su atmósfera, expresan un género, pueden ser femeninos o masculinos.
Por su palaciega elegancia, su hermosa arquitectura, su naturaleza secretiva y el trato amable de su gente, la Ciudad de México podría ser una mujer. Además, su denominación es femenina y es el color rosa mexicano (un tono asociado con lo femenino) el que se ha designado como su estandarte y se encuentra en muchas de sus propagandas.
Por otro lado, nuestra capital, el ex Distrito Federal, tiene un lado salvaje, uno que podríamos sentir ciertamente masculino. Por sus conocidísimos barrios bravos, su innegable inseguridad, la potencia llena de especias y fuertes sabores de su comida, sí la capital mexicana también podría ser un hombre.
Más allá de lo que podríamos entender como clichés de lo que es “masculino” o “femenino” y todas las posibles variantes y opiniones encontradas al respecto, la reflexión de Angela Carter, extrañamente, hace mucho sentido: París, sin duda, es una mujer elegante, Londres es un caballero refinado y Nueva York es un ecléctico híbrido.
Entonces, vale la pena preguntarnos, ¿es la Ciudad de México un hombre o una mujer?
