Hace poco, en la colonia Tránsito, en la delegación Cuauhtémoc, un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia –INAH– descubrieron alrededor de 30 chinampas del prehispánico barrio de Ateponazco. Se trata de un complejo sistema de chinampas y canales antiguos que conformaron la parte suroeste de la ciudad de México-Tenochtitlán –y, como dato curioso, también la planta de la refresquera Cooperativa Pascual durante 30 años–.
Esta zona, que en náhuatl quiere decir “donde el agua hierve o suena”, perteneció al viejo barrio de Teopan, un lugar fangoso rodeado de agua y que, eventualmente, fue transportado por los habitantes de la cuenca de México en una serie de parcelas donde cultivaban sus alimentos y asentaban sus viviendas. Conforme el sitio fue expandiéndose por canales y acequias, se fueron desarrollando las calzadas de La Viga y San Antonio Abad.
Para Raúl Barrera Rodríguez, quien coordinó el salvamento arqueológico desde diciembre de 2015, este descubrimiento sólo confirmó lo que el arqueólogo Alfonso Caso atribuyó en su estudio Los barrios antiguos de Tenochtitlán y Tlatelolco. Por el momento, el levantamiento gráfico de los contextos ha podido definir apenas una treintena de chinampas de entre los 26 y 36 m y de 2 y 8 m de ancho, y una altura de 70 cm. Se cree que la mayoría de ellas estuvieron destinadas al cultivo; otras, como resguardo y transporte de materiales de muros:
Debieron estar destinadas al cultivo de autosustento: de maíz, calabaza, chile, chayotes, chilacayotes, plantas de ornato, etcétera. Debido a que las aguas en esta parte de la cuenca de México son someras, se extrajo turba (formada de residuos vegetales) del fondo del lago para preparar el cimiento de la chinampa y sobre ella depositaban otros materiales vegetales de desecho. Las parcelas las cercaban con piedras y se plantaban estacas de ahuejote que también ayudaban a contener dichas piedras y el núcleo de las chinampas.
Además, a lo largo de las excavaciones se han encontrado alrededor de 16 ofrendas con materiales cerámicos y figurillas del Posclásico Tardío; tales como platos de tono anaranjado de los tipos Azteca II, III y IV, principalmente, y figurillas que representan algunas deidades mexicas como Ehécatl-Quetzalcóatl –dios del viento–, de Chicomecóatl –la diosa del maíz–, de mujeres cargando niños, perros, guerreros águila, maquetas de templos, sellos, malacates y sonajas, entre otros. Esto ha provocado retomar el tema de la ritualidad asociada con la actividad agrícola prehispánica, pues numerosas de esas ofrendas se encontraron dentro de las chinampas como parte de un rito de preparación de cultivo, siembra y cosecha.
Para concluir, el especialista sentenció: “Las chinampas constituyeron un agroecosistema, pero también cumplieron una función de urbanización, en este caso sirvieron para extender la ciudad de México-Tenochtitlan, y ganarle terreno al lago”.
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