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El sorprendente diario de viaje que un neoyorquino hizo sobre la CDMX

Una bitácora de viaje sobre una de las urbes más interesantes del mundo…

 

Desde tiempos inmemorables los exploradores del mundo se han hecho acompañar por un diario. Una libreta en la que escriben los pormenores del viaje en el que se han embarcado. Notas que sirven para fotografiar con palabras los vericuetos pasajeros de la mente. Hojas blancas destinadas a guardar para siempre la marabunta de pensamientos que llegan cuando nos alejamos de casa.

Sin duda, estas bitácoras son inmortales y en la actualidad sirven como documentos estupendos para que los hombres del presente comprendan cómo se vivía en el pasado. Después de todo gracias a ellas conocimos los sentimientos encontrados de Cortés cuando llegó a América o pudimos ver con dibujos y letras, la flora y la fauna que había en México en el siglo XVIII desde los ojos del naturalista Humboldt.

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Aunque en la actualidad la costumbre de bajar las emociones a papel se ha perdido por la inmediatez de las redes sociales, aún hay algunos que pasan los días llenando sus cuadernos. Prueba de ello es una curiosa bitácora de viaje de la Ciudad de México que hace unos días publicó la renombrada revista de Nueva York, National Review.  En este texto el periodista Jay Nordlinguer recopiló las impresiones y pensamientos que tuvo al visitar esta urbe.

Este artículo además de ser una magnífica guía para turistas nos permite entender cómo los otros nos ven los de afuera. Al leer este texto, los capitalinos podemos descubrir cómo aquellas cosas de la vida cotidiana que nos parecen normales, son es en realidad extrañas y confusas para los foráneos.

Estas notas inconexas y maravillosas de Nordlinguer son en realidad una oportunidad para que los capitalinos que viven aquí aprendan a ver su metrópoli con ojos renovados, como si fueran turistas. Son también la posibilidad  de vivir cada día en esta metrópoli como si fuera el primero.

 

La llegada

Reflexiones desde el avión…

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El viaje aereo entre la Ciudad de México y Nueva York dura cinco horas. Mientras Jay estaba en el avión notó un fenómeno interesante: en su vuelo habían varios padres jóvenes con hijos pequeños que se comunicaban indistintamente en español y el inglés. Había preguntas que se hacían en castellano y respuestas que se contestaban en lengua inglesa. 

El descenso a la CDMX es un tanto extremo ya que el avión aterrizó en medio de la ciudad, algo que no es muy común en otras megalópolis del mundo. Mientras su nave bajaba, recordó que un amigo le había contado que antes en el aeropuerto estaba en las afuera de la urbe, pero que en algún punto la expansión de la capital mexicana lo alcanzó.

Por otro lado, lo primero que el periodista vio cuando puso un pie en el Benito Juárez fue un cartel inmenso que decía: Bienvenido a México: tierra de hermosas playas. Al columnista le pareció magnífico el eslogan que escogió la Secretaría de Turismo para empatizar con los visitantes foráneos.

 

Los primeros días

Lo primero que un turista percibe cuando llega…

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Al caminar por las calles de esta urbe lo primero en lo que  el escritor reparó fue  en la enorme cantidad de vendedores ambulantes que se despliegan en las distintas calles. Le sorprendió también que mucha gente en México come cotidianamente en alguno de los cuantiosos puestitos callejeros que hay.

Otra cosa que no pasó desapercibida para Nordlinguer fue la compleja manera en la que los capitalinos hablan español. Algunas letras son difíciles de pronunciar, sobre todo la vocal “e” que para lo angloparlantes suena como  “ei”.

 

Recomendaciones de un forastero

Una serie de lugares que no hay que perderse…

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De acuerdo a la bitácora del norteamericano si se visita esta urbe no hay que perderse La Condesa; un lugar lleno de colores y refinamiento y diversión. En las esquinas de este emblemático barrio suenan las melodías de los organilleros y en sus parques hay niños y gente con mascotas, porque en el la Ciudad del México la gente ama a los perros. 

Si uno pasea por el Parque México vale la pena detenerse en el reloj de agua que le donó la comunidad armenia a México tras el terrible genocidio que hubo en el país europeo en 1915.

Asimismo,  también es recomendable  ir a conocer el Castillo de Chapultepec. En este recinto hay una inmensa estatua de José María Morelos y Pavón (un nombre que a los oídos de un angloparlante suena poético) que con cierto misterio recibe a los visitantes.  

Hay que destacar que este palacio está en la punta de una montaña y a pesar de que la exhibición que hay en su interior es interesante, lo que vale la pena de este sitio es la arquitectura del edificio.

 

Algunos datos curiosos de la Ciudad de México

Notas aisladas de un lugar único en el mundo…

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Al ser una bitácora de viaje, el periodista escribió algunas reflexiones  dispersas que vale la pena tomar en cuenta…

En las gasolineras la gente no pone su propio gas si no que espera que alguien más lo haga por ellos, como en New Jersey.

El clima de la Ciudad de México permite que cualquier planta o flor crezca sin ningún problema. Esta ciudad es como un milagro de la naturaleza.

Aquí podrás comer la mejor comida del mundo. Algunos moles son tan ricos que te harán llorar.

En esta urbe se pueden ver en las calles grandes familias. Todavía es común ver mamás que tienen entre cuatro o cinco hijos, algo que ya no pasa en Estados Unidos. 

La gente se pone suéter y se queja del frío cuando hay 17 grados.

 

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