La historia de un edificio que existió y cuyo fantasma sobrevive, el Templo de Santa Brígida…
Los planes de urbanización y renovación de la Ciudad de México en el siglo pasado generaron pérdidas irreparables del patrimonio cultural e histórico. Durante este periodo el proyecto de modernización de la Ciudad México (que se llevó a cabo en la primera mitad del siglo XX) varios edificios, como el Templo de Santa Brígida, fueron demolidos. El proyecto urbano emprendido en 1930 era muy ambicioso, pues consistía en la construcción de grandes avenidas que servirían como estímulo para la creciente economía y el turismo. San Juan de Letrán, hoy conocido como Eje Central Lázaro Cárdenas, fue parte de este enorme proyecto para desarrollar la zona metropolitana y convertir a la capital del país en la ciudad mas moderna de América Latina.
Hacia el año 1670 Don Francisco de Córdova VilIafranca, contador del Tribunal de Cuentas de México y su esposa Doña Jesús de Izita envían una súplica para fundar en la Ciudad de México un convento de religiosas recoletas de Santa Brígida. Casi 70 años después se les otorga dicho permiso, la construcción del templo inicia el 5 de agosto de 1740 y concluye el 19 de marzo de 1745.
El convento de Santa Brígida fue el único de la orden que existió́ en México. El templo fue desocupado como consecuencia de las Leyes de Reforma promulgadas por Benito Juárez. Por disposición oficial el 4 de julio de 1867 quedó convertido en Prisión Militar del Estado; allí estuvieron en calidad de reclusos algunos generales que sirvieron a las órdenes de Maximiliano, mienstras se les formaba causa y se les sentenciaba. Con el paso de los años, una parte del inmueble se adaptó para albergar un colegio de niñas de bajos recursos y, en otra sección, a la Congregación de San Luis. Durante la Revolución se estableció ahí la Casa del Obrero Mundial. El templo siguió abierto al culto hasta su demolición.
En 1933, al iniciar las obras de ampliación de San Juan de Letrán para transformarla en una avenida, urbanistas y funcionarios se encontraron con que el nuevo trazado dejaba fuera gran parte de la nave de la iglesia de Santa Brígida; el dilema era conservar, demoler o modificar de alguna forma el inmueble. El proyecto a cargo de Carlos Contreras planteó tres soluciones: conservar la iglesia convirtiendo este monumento en un pasaje cubierto sobre la banqueta, movilizar todo el tempo de Santa Brígida y ceñirlo al nuevo alineamiento, o demolerlo. Lamentablemente y después de iniciar las labores de la primera opción las autoridades dieron prioridad a la ampliación de la avenida sobre el templo, a pesar de que la iglesia de Santa Brígida estaba protegida por la Ley de Monumentos, según la declaratoria del 27 de agosto de 1931.
Posterior a la demolición, un decreto autorizado por el Presidente Lázaro Cárdenas y ratificado por el Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, en el año de 1940 se autoriza al Ejecutivo Federal que, por conducto de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, enajene, fuera de remate, a Seguros de México S.A., el terreno en que estuvo afincado el templo de Santa Brígida.
De esta forma el terreno donde alguna vez existió el templo pasó a manos de la iniciativa privada en 1997. Éste y otros predios del primer cuadro de la Ciudad de México fueron adquiridos por Carlos Slim. La Ciudad de México continúa renovándose y cada día casas y edificios antiguos son demolidos en diversas colonias, para dar paso a la modernidad, dejando en un segundo plano la conservación del patrimonio cultural. El beneficio a futuro está aún en el aire y los fantasmas del pasado nunca dejarán de visitarnos.