La Capilla del Cerrito se encuentra en la cima del Tepeyac y data de 1666.
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El Tepeyac es, sin duda, un lugar sagrado para los guadalupanos. Se trata de lugar donde sucedieron las primeras apariciones de la Virgen de Guadalupe, según la Iglesia católica. Debajo del cerrito se erige la apabullante Basílica, un templo que se llena de peregrinos cada 12 de diciembre. Pero en la cima, se erige un discreto templo, que también está dedicado a la Virgen y que vale la pena conocer. Se trata de la Capilla del Cerrito, una iglesia que fue construida para recordar el lugar donde se dio el milagro de las flores con Juan Diego. Cuenta la tradición que esta fue la señal que la Virgen envió al obispo, para que aprobara la construcción de la Basílica en el llano del Tepeyac. Un devoto de nombre Cristóbal de Aguirre, y su esposa Teresa Pelegrina, decidieron construir la iglesia en lo alto del cerro, para nunca olvidar el sitio donde había acontecido este increíble milagro. Eran conocidos en el pueblo por tener una panadería, así que comenzaron a ahorrar para rendirle tributo a la Guadalupana. Esta iglesia contaba con un retablo sencillo y un cuadro de la Virgen. Cada año, el lugar se llenaba más de peregrinos, hasta llegar al punto de no poder albergarlos a todos. Por este motivo, el sacerdote José María Montúfar mandó demoler la pequeña capilla en 1748 para levantar una nueva, pero mucho más espaciosa. Esta es la capilla que hasta la fecha se erige en lo alto del cerro, la cual cuenta con una fachada preciosa y un interior fascinante. Adentro se desdoblan columnas estípites y hasta iconografía del México prehispánico, como el sol y la luna, representantes de dualidad. También está repleta de murales, que corrieron a cargo del artista Fernando Leal en 1950. Estas imágenes narran las apariciones de la Virgen al indígena Juan Diego. Por su parte, la cúpula está adornada con mosaico veneciano, que alude a la Santísima Trinidad. Por último, el retablo de mármol es el lugar que aloja la maravillosa pintura de la Virgen de Guadalupe. Cabe mencionar, que de 1945 a 1950 se reparó el templo, y se agregó una plazoleta en el atrio, en la que se colocaron cuatro esculturas de mármol los arcángeles Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel, que fueron obra del escultor Ernesto R. Tamariz. Esta zona funge también como mirador, y es que se trata de una de las vistas más impresionantes del Valle de México. Pese a que la Capilla del Cerrito es un destino muy popular entre los guadalupanos y peregrinos, lo cierto es que se trata de una joya arquitectónica que conviene conocer y apreciar, por su larga historia, sus piezas artísticas y su bello mirador. Imagen principal: Joe Gannascoli.