“El teatro no puede desaparecer porque es el único sitio en el que la humanidad se enfreta a sí misma” Arthur Miller
Decir que William Shakespeare fue un escritor ejemplar no es hacerle justicia. Fue también el más grande dramaturgo que haya conocido la humanidad. Fue un genio de las palabras cuyas obras y sonetos se convirtieron en el fundamento nuestra cultura. Un experto en las emociones; el narrador de las contradicciones íntimas que viven en las mujeres y hombres de cualquier época, de cualquier país.
Shakespeare vive hoy en sus obras y es justo decir que en 400 años nadie ha superado su genio. Basta leer las letras que pintó en sus libretas, para comprender que este hombre fue capaz de penetrar en la experiencia humana. Con sus escritos dio cuenta de las dudas, el amor y las ansias de poder que deambulan en el interior de cualquier mortal. Bajo su pluma, héroes y bufones cobraron vida y simplemente se hicieron inmortales.
William nació una primavera de 1564 un 26 de abril, en medio de una terrible plaga de peste. Tuvo una niñez rígida en la que hubo mucha disciplina y tres certezas: que la Reina Isabel I era indestructible, que amaba leer al romano Ovidio y no había nada mejor que ir a ver a los actores errantes que de tanto en tanto visitaban su pueblo natal.
En 1592 este inquieto personaje se mudó a Londres y se transformó en poeta, actor y en dramaturgo. En ese tiempo creó sus primeras piezas: Dos hidalgos de Verona y Enrique VI. Las presentó con mucho éxito fuera de Londres, en un teatro al aire libre al que acudían personas de todas las clases sociales.
Con los años ( después de hacer decenas de obras de teatro de todos los géneros) el inglés se convirtió en leyenda. Sus obras quedaron impresas en libros, y tras su muerte el ritual de interpretar sus dramas y comedias en espacios públicos se quedó vivo no sólo en Inglaterra también: en el resto de Europa, en Estados Unidos y en Canadá. Y es una gran noticia anunciar que a partir de abril 2018, esta hermosa tradición se adoptará de la Ciudad de México.
Hablamos Shakespeare, Teatro en el parque, es una iniciativa organizada por la Secretaría de Cultura, el INBA y el Sistema de Teatros de la Ciudad de México, en la que se presentarán en la explanada del Museo Tamayo siete reinterpretaciones de las obras más destacadas del escritor.
Para el evento se instalará un escenario con 18 metros de diámetro con una altura de 9 metros. El recinto será temporal y fue construido con el mismo material con el que se hacen las sillas Acapulco. De acuerdo a los organizadores, este fabuloso espacio se edificó así para que los asistentes puedan experimentar en carne propia cómo se vivía el teatro en el siglo XVI.
Por otro lado, la cartelera de este evento es fascinante. Harán nuevas versiones de los clásicos: Romeo y Julieta, Macbeth y Ricardo III. Además, se presentarán las obras: La sombra del bardo; una puesta acerca de los personajes secundarios de las obras del inglés y Algo sobre Shakespeare; un recorrido por las escenas más emblemáticas que realizó autor isabelino.
Shakespeare, Teatro en el parque será un espectáculo sin precedentes en la capital mexicana, un evento renacentista en pleno siglo XXI.
Mientras tanto y para ir calentando motores aquí les dejamos un pequeño párrafo que alguna vez escribiera el mejor dramaturgo de todos los tiempos: “La vida es una sombra que transcurre; un actor que orgulloso se consume sobre el escenario para no volver a ser oído.”
Shakespeare, Teatro en el parque
¿Cuándo? Del 4 de abril al 3 de junio
¿Dónde? Explanada del Museo Tamayo.
Dirección: Reforma 51, Chapultepec.
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