Sobre los inmigrantes irlandeses que lucharon junto a México durante la Intervención Estadounidense.
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En 1846 el ejército estadounidense invadió a México, con el objetivo de hacer crecer su país. Establecieron primero la República de Texas en nuestro territorio, y luego trataron de tomar los estados de Coahuila y Tamaulipas. Cuando el ejército arribó a Matamoros, un joven soldado irlandés llamado John O’Riley comenzó a visitar la iglesia de la ciudad.
El ejército estadounidense comenzó a desconfiar de éste y otros jóvenes católicos, pues consideraban que sus ideologías comulgaban más con Roma que con Washington, y esto podría resultar en que se unieran a los mexicanos, pues compartían la misma religión.
Tenían razón, y fue así como comenzó la historia del Batallón de San Patricio. Se trataba de un grupo militar compuesto de inmigrantes europeos, en su mayoría irlandeses y alemanes. Y es que esto no se trató solamente de una rebeldía y deserción, pues los europeos estaba tan hartos de las burlas y los castigos que los estadounidenses les ponían por ser católicos, que terminaron por sentirse más identificados con los mexicanos.
John O’Riley, junto con Patrick Dalton, formaron entonces el Batallón de San Patricio, al que más tarde se unieron escoceses, ingleses, polacos y franceses. Pronto el grupo reunió cientos de soldados, que tomaron al santo patrono de Irlanda para nombrar su colectivo.
La bandera que utilizaban era verde. De un lado tenía la frase Erin Go Bragh (Irlanda por siempre) en letras doradas, y en el otro figuraba una imagen del santo, quien introdujo la religión católica en Irlanda.
El primer combate de los también llamados San Patricios como parte del Ejército Mexicano fue la Batalla de Monterrey, el 21 de septiembre de 1846, con una batería de artillería bajo el mando de O’Riley, quien rápido asumió el cargo de comandante de este nuevo grupo militar. Se sabe que así lograron evitar dos asaltos por parte de los estadounidenses a La Ciudadela.
Después de esto, los San Patricios crecieron en número, y llegaron a sumar como 800 hombres. Por este motivo, en 1847, Antonio López de Santa Anna convirtió a este grupo en un batallón de infantería, es decir, en fuerza de combate a pie. Así sirvieron en la Batalla de Churubusco.
Lamentablemente, el Batallón de San Patricio llegó a su fin cuando varios fueron capturados por Estados Unidos. Por traición, fueron torturados y asesinados en el pueblo de San Jacinto el 13 de septiembre de 1847 por orden del general Winfield Scott. Los que lograron sobrevivir la guerra desaparecieron. John Riley murió a finales de 1850, y fue enterrado en Veracruz bajo el nombre de Juan Reley, mismo con el que estaba registrado en el Ejército Mexicano.
Actualmente, hay una placa conmemorativa en el lugar de ejecución del Batallón de San Patricio, en la Plaza San Jacinto en San Ángel. Conviene repasar estos episodios de la historia para descubrir a aquellos mártires que por pura convicción e ideología, cambiaron bandos para defender lo que creían correcto. Este 17 de marzo, recordamos a los irlandeses que defendieron a México.