Un rosa que, en su abstracción, define a la perfección el ser mexicano.
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Los colores tienen un poder extraño sobre los hombres. La moda, que de entre muchos otros elementos abreva del color, también es capaz de tener un impacto poderoso; a través de ella, como expresión cultural, se pueden promover diversos cambios en la psique de una población, esto incluye la apreciación de un país y su cultura.
Desde la década de 1950, el tono de rosa que conocemos como “mexicano” ha sido un símbolo importante de México pues, junto con otros elementos de nuestra cultura, ayudó a crear en ese entonces una identidad propia. Aún hoy, en nuestro país, es fácil encontrar este tono por todas partes, una especie de color magenta intenso que inunda las calles y objetos las ciudades y pueblos —desde juguetes y accesorios en los mercados hasta casas cubiertas de matas de flores rosas y algunas de nuestras más preciadas obras arquitectónicas.
A propósito del proceso de creación de la identidad mexicana y sus expresiones culturales, desde hace décadas los gobiernos han participado en campañas enfocadas a la formación de una identidad nacional. Miguel Alemán, por ejemplo, planeó durante su mandato un programa para difundir la cultura mexicana, y junto con Ramón Valdiosera usaron la moda para promocionar el turismo en nuestro país. Al recibir un gran apoyo por parte del gobierno, el rosa mexicano se hizo emblemático de México, y muy popular en el extranjero. Al mismo tiempo, surgió la “doctrina de la mexicanidad”, que dio pie a varios proyectos para incentivar el nacionalismo por medio de la cultura.
Así es como nació el “rosa mexicano”, gracias a Valdiosera, diseñador que se inspiró en varios grupos étnicos de nuestro país y en el color de las bugambilias. En 1949 este creador presentó una de sus colecciones en un desfile en Nueva York. Éste impactó tanto a los espectadores como a al prensa que, interesados en la paleta de la colección, le preguntaron cómo había concebido sus creaciones; él explicó que el color preponderante de sus diseños, el atrevido e intenso rosa, era un color característico de la cultura mexicana. Así es como un periodista en Estados Unidos lo bautizó como Mexican pink.
Al haber logrado condensar a la cultura mexicana en un color y usar la indumentaria para presentar riqueza del país, Valdiosera tuvo gran éxito, y a partir de ese momento el “rosa mexicano” comenzó a utilizarse profusamente, sobretodo en lo que se creía típico de México: adornos en vestidos, logos de establecimientos, calaveras de azúcar, papel picado y, tiempo después, la primera línea del metro de la CDMX.
Es tanto el impacto de este color en nuestra cultura y sus expresiones más autóctonas, que arquitectos como Ricardo Legorreta y Luis Barragán han usado esta tonalidad para dotar sus edificaciones de una esencia mexicana. Hace pocos años, el rosa mexicano también se convirtió en el tono estandarte de la Ciudad de México, donde este color no sólo se encuentra en el arte y la indumentaria, sino también en sus taxis, credenciales, oficinas y documentos oficiales, dejando claro que si hay un color capaz de unirnos y hacernos sentir orgullosos de lo que somos es este vibrante rosa que emula las flores y el arte de nuestro hermoso país.
Fotografía de portada: Vida y Casa